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Ah, el embarazo, esa etapa en la que todo es aplastantemente ‘normal’ y a su vez tremendamente marciano. Las hormonas fluyen en un caudal inexplicable, a veces muy positivo y otras tantas, no demasiado. Hijas del tiempo en que la corrección política invita a las mujeres a expresarnos en libertad, dejamos el -ñoño y edulcorado- lugar común y te damos 20 razones por las que las hormonas del embarazo son El Mal.  

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1.    Para empezar, funcionan como una máquina del tiempo que te conduce a una época convulsa. Y no son los 60: es la adolescencia. Bienvenida a tu renovado brote de acné ‘juvenil’.
2.    Son como revivir la peor de las resacas sin lo mejor de las mismas. Las hormonas del embarazo tienden a causar dolores de cabeza persistentes y machacones.
3.    Consiguen que vomites las patatas fritas. No hace falta decir más…
4.    Incluso los olores aparentemente inofensivos y agradables se convierten en repugnantes.
5.    Producen cambios de humor que te harán sentir en una montaña rusa emocional. Es posible que te descubras estirando la última partícula de energía que te quede (de base, no mucha gracias a que toda se dirige a ‘El Proceso’) para agarrarte dramáticamente a la cama gritando que preferirías no haber nacido.

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6.    Después de años en el trabajo labrándote una reputación como mujer inteligente, ponderada y competente, las hormonas del embarazo hacen que te quedes dormida en una reunión.
7.    Consiguen que te dejes las llaves puestas –por fuera-, que metas las gafas en el congelador o que olvides vocablos tan complicados como ‘rectángulo’.
8.    Logran que nada te parezca más suculento que una dieta de 10 semanas a base de gazpacho con alcaparras, cebolletas y limón. Y un chorrito de vinagre.
9.    Te fuerzan a experimentar tus pechos como nunca.
10.    Sientes un deseo imposible-de-ignorar por comer galletas de chocolate, cuando se supone que deberías estar comiendo saludablemente.
11.    Aunque ‘antes’ fueras de rica vida interior y coloridos pensamientos, te descubres obsesionada y de idea fija. En singular.
12.    Son la razón por la que estás ahí fuera, en el frío, sin un mal abrigo y sudando a mares.
13.    Te proporcionan sueños realmente extraños.
14.    Te crecen patillas. En verdad te crecen.
15.    En este momento de tu vida en que quieres sentirte hermosa, idealizada y femenina, consiguen que ronques como un camionero. Realmente alto. Toda la noche.
16.    Arruinan lo que debería ser un largo asueto de 9 meses de los productos sanitarios proporcionándote una alocada cantidad de flujo vaginal.
17.    Pueden ser el detonante, o al menos, las responsables parciales, de las hemorroides que te martirizan cada vez que vas al baño.
18.    ¿Sabes ese dolorcillo en la vagina? ¿Ése que sencillamente no se va y empeora con cada cambio de posición o si pasas mucho tiempo de pie?
19.    Hacen que tus encías sangren.
20.    Hay toda una industria de marketing emperrada en hacerte creer que las molestias se ciñen a las ‘nauseas matutinas’. Pero lo cierto es que te encuentras mal todo el día. De principio a fin.

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Y por aquello de la imparcialidad, una razón por la que tampoco son tan malignas:
1.    Ayudan a que crezca tu bebé.