La proximidad del verano activa todos los aparatos mediáticos de autocontrol enfocados a la pérdida de peso. Bien articulados o declaradamente chungos (sí, aún hay quien pretende colar la ‘dieta milagro’)…
Todos cuentan con la buena voluntad del usuario, comprometido con la noble gesta de perder una o dos tallas con esfuerzo, sudor y lágrimas. La fama cuesta. Pero, ¿qué hacer cuando somos de fuerza de voluntad enclenque? Pues, por ejemplo, un protocolo con 9 reajustes poco aparatosos pero muy efectivos. Sin necesidad de cambiar la comida en sí, sino el entorno.
Pequeños gestos, grandes efectos, por Brian Wansink, psicólogo doctorado en Stanford (1990) y experto en comportamiento del consumidor y ciencias de la nutrición.