La rosácea es un trastorno dermatológico que cursa con rojeces, picor y piel extremadamente reactiva. En invierno, con los cambios de temperatura, suele acentuarse. ¿La sufres? Sigue leyendo y encuentra las claves para paliar sus síntomas.

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Para empezar, un jarro de agua fría: la rosácea no se cura. Se trata de una enfermedad cutánea multifactorial y crónica, que funciona por brotes, por lo que hay temporadas en las que es casi imperceptible y otras en las que se muestra en su máxima expresión. Se caracteriza por un eritema persistente, es decir, un enrojecimiento de algunas zonas de la cara, con presencia de picor, ardor y en algunos casos también pequeños granitos, por lo que a menudo se confunde con un brote de acné. Hay muchos tipos de rosácea, con diferentes estadios, y en los casos más graves, se produce un engrosamiento de la piel afectada, lo que da un aspecto abultado, pero lo más habitual son los casos leves: pieles muy reactivas, que enrojecen con facilidad, con capilares visibles y en las que aparecen zonas irritadas. Y ahora tomemos aire con una buena noticia: la rosácea puede tratarse para disminuir los síntomas y acortar los brotes.

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Los compañeros de la rosácea son muchos y variados: causas hormonales, trastornos de la microcirculación, presencia de bacterias, casos de acné o seborrea, pero aún no se conoce a ciencia cierta qué la provoca exactamente. Eso sí, aunque puede aparecer a cualquier edad, sabemos que tiene más incidencia en mujeres de piel clara entre los 30 y los 50 años: nos ha tocado la lotería, chicas. Aunque es un trastorno cutáneo crónico, sin cura conocida, sí que pueden identificarse algunos desencadenantes y actuar en consecuencia para controlarla. Por ejemplo, los brotes se agravan con el calor y los contrastes térmicos, con el estrés y con el consumo de alcohol o comidas picantes, y en general, con cualquier cosa que provoque una vasodilatación, así que conviene evitarlos en la medida de lo posible si tienes estos síntomas. La rosácea, además de molesta desde el punto de vista estético, también lo es físicamente por el picor de las zonas afectadas, pero con algunos consejos pueden minimizarse las molestias:

  1. Primero y principal, visita al dermatólogo para que te confirme las sospechas o, si tienes suerte, lo descarte. En algunos casos resulta muy efectivo un tratamiento con antibióticos tópicos, en otros, los tratamientos con láser o luz pulsada.
  2. Usa protector solar. Siempre. La exposición al sol agrava los síntomas.
  3. Evita los tratamientos faciales agresivos, exfoliantes, cepillos… tu piel merece mimos, suavidad y caricias. Lávate el rostro con agua tibia y limpiadores suaves, sécate sin frotar.
  4. Evita las altas temperaturas, como la sauna, y protege tu piel con cremas hidratantes cuando te expongas a climas muy fríos o secos.
  5. Evita los cosméticos que contengan alcohol, mentol o eucalipto: su efecto vasodilatador aumentaría aún más los síntomas de la rosácea. rosacea-02
  6. Si las rojeces te suponen un problema estético y quieres cubrirlas, usa un corrector de color verde bajo un maquillaje de alta cobertura. Excepto en los casos más graves, la rosácea puede disimularse con mucha facilidad y pasar totalmente desapercibida.