El Baby Led Weaning, que en nuestro castellano sería algo así como alimentación dirigida o autorregulada por el bebé, va sumando argumentos a su favor. Este método que confía en las capacidades del bebé y apuesta porque coma solo, deja libertad al niño para que manipule los alimentos con sus manos y se los lleve a la boca. Parecen tantos sus beneficios, que hasta Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria (AEPap) considera que podría contribuir a prevenir la obesidad infantil.

Esta fórmula alternativa a la cuchara llegó de Estados Unidos y se está extendiendo en toda Europa. Adiós papillas y purés, el Baby Led Weaning consiste en ofrecer al bebé los alimentos cortados en trocitos para que él mismo los puede manejar y comer de manera autónoma.

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La Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria se sube a la tendencia e insiste en que la lactancia materna y el Baby Led Weaning son eficaces para promover la salud, el crecimiento y el desarrollo infantil. Sus recomendaciones son lactancia materna exclusiva hasta los 6 meses, y a partir de ahí seguir amamantando hasta los 2 años e ir introduciendo los alimentos hasta adquirir una dieta equilibrada y saludable.

La Dra. Martínez Rubio, pediatra de la pediatra de la AEPap resalta que  “entre los 6 y 8 meses, la aportación de energía procedente de la alimentación complementaria debería ser 1/5 del total y entre los 9 y los 11 meses ascender a la mitad. El resto debe ser cubierto por la leche”.

Esta manera de acercarse a la comida de los mayores permite al bebé conocer nuevos sabores, olores y texturas dejándole comer a su ritmo: él decide qué quiere comer, cuando y en qué orden. Así aprenderá que comer es un placer y no una tortura y se evitará que asocie ideas negativas con la comida. Según la Dra. Martínez Rubio “El niño adquiere un rol más activo, favoreciendo que pueda regular las cantidades de alimento que ingiere, y desarrolle sensaciones de saciedad”.

Ya hay unos cuentos estudios científicos que avalan sus beneficios. Como el realizado por la Universidad de Nottingham y publicado recientemente en la British Medical Journal que explica que al respetar los ritmos de hambre y saciedad del bebé se evita que coman más de lo que necesita y que si se ofrecen alimentos diversos al bebé, éste es capaz de comer equilibradamente.

Eso sí, conviene hacer algunas recomendaciones previas:
Este método no debería iniciarse antes del sexto mes y puede introducirse siempre que el lactante haya adquirido ciertas competencias motoras y cognitivas (es capaz de sentarse, ha perdido el reflejo de extrusión, que hace que los niños expulsen la cuchara con la lengua…).
Los nuevos alimentos deben introducirse de uno en uno, en pequeñas cantidades, y nunca el mismo día para detectar posibles alergias.

No es necesario volverse loco, tan sencillo como hacer comida para todos y apartar para el bebé una porción antes de añadirle sal, especias o ingredientes fuertes. Siempre y cuando, claro, los padres tenga una alimentación saludable, si vuestra dieta deja bastante que desear, mejor que sigáis abonados a purés y papillas, aunque también puede ser una buena oportunidad de mejorar la dieta de la familia. Desde luego, tampoco es apto para maniacos de la limpieza y si quieres evitar un tránsito continuo de platos voladores, pon la comida directamente en la bandeja de la trona.

El método es fantástico, pero hay que ser realistas, poco compatible con una baja de maternidad/paternidad raquítica como la de España, y con trabajos que no conjugan el verbo conciliar. Difícil llevarlo a la práctica entre semana teniendo en cuenta que los niños van mayoritariamente a la guardería. Por eso, sin obsesiones ni auto-exigencias, hacemos lo que podemos, si en la hora de la comida no se puede, las cenas y el fin de semana son un buen momento para empezar a introducir a tu hijo en el mundo de la comida de los adultos.