Es verdad. España se configura como uno de los países del mundo con unas cifras más elevadas de niños con problemas de peso. Un 25% de nuestros niños tienen un peso excesivo. La OMS – Organización Mundial de la Salud- alerta sobre el dramático crecimiento de la obesidad infantil: de los 32 millones en 1990 se ha pasado a los 42 millones en 2013 y si seguimos a este ritmo, en 2050 los niños obesos de menos de 5 años llegarán a 70 millones. 

Closeup view of scales on a floor and kids feet

No sé a vosotros, pero a mí la cifra me pone los pelos de punta. ¡42 millones de niños obesos en 2013! Estos datos, junto con muchos otros, se han presentado esta semana en el Primer Estudio sobre la situación de la Obesidad Infantil en España, apoyado por el Instituto DKV de la Vida Saludable, creado hace tres años en colaboración con la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid.

El trabajo se ha basado en tres estudios: el realizado por el doctor Sánchez Cruz en 2013; el estudio Aladino de 2013 y el último estudios de la Fundación Thao de 2015, y los tres han tomado como referencia las curvas de crecimiento de la OMS. El primero, el de Sánchez Cruz indica que en el grupo de edad de 8 a 17 años, la prevalencia de sobrepeso es del 26% y la de obesidad, del 12,6%; 4 de cada 10 jóvenes sufren exceso de peso. Entre los niños de 8 y los 13 años, el exceso de peso supera el 45%, mientras que para el grupo de 14 a 17 años, el exceso de peso es del 25,5%.

El estudio Aladino muestra que entre los niños de 7 y 8 años tienen sobrepeso un 24,6% y son obesos un 18,4%, con lo que la prevalencia de exceso de peso alcanza el 43%.

El estudio Thao, aunque no es muy representativo de la población española, sí aporta un amplio rango de edad -niños de 3 a 12 años- y un gran volumen de población: 20.308 niños evaluados. Se ha observado que un 33,2% de los niños tienen obesidad: un 19,5% con sobrepeso y un 13,7% con obesidad. Así, de los niños evaluados, casi 7.000 tienen sobrepeso u obesidad. ¡Uno de cada tres!

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¿Estamos cambiando los hábitos alimenticios de nuestros hijos?

 

Las consecuencias, tanto a nivel individual como sanitario y económico son tremendas y en algunos países puede representar una carga insostenible para el sistema de salud, porque la obesidad puede llegar a representar hasta el 12% del gasto sanitario. En España se ha estimado que el coste de la obesidad y las enfermedades asociadas representan unos costes anuales de 5.000 millones de euros.

Las consecuencias de tener hijos obesos son enormes: riesgos cardiovasculares (tensión alta, niveles elevados de colesterol); diabetes tipo 2; problemas gastrointestinales, síndrome de apnea del sueño, pubertad precoz, ferropenia, déficit de vitamina D… e incluso repercusiones psicológicas: los niños obesos poseen una pobre imagen de sí mismos y se comparan con los demás experimentando una sensación de inferioridad y rechazo.

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Los niños con sobrepeso perciben el rechazo.

¿Merece la pena poner coto a este grave problema? Porque sí, es cierto que hay niños predispuestos genéticamente a tener sobrepeso o ser obesos, pero el estilo de vida es determinante. Entre los factores definitivos están: la nutrición durante el embarazo y el peso de bebé al nacer; la lactancia materna, que es un gran aporte de salud para el niño; el consumo de verduras y frutas, que es insuficiente; la ingesta de arroz, pasta, pan y cereales, a ser posible integrales. El estudio Thao muestra que más del 30% de los niños no toman un cereal para desayunar. El mismo estudios indica que es indispensable tomar un lácteo en el desayuno (añado yo, que hay que tener cuidado con las intolerancias, que están aumentando considerablemente). Siguiendo con los factores que influyen en el peso se añade que hay que tomar aceite de oliva, que se come poco pescado, legumbres y frutos secos y que se abusa de azúcares refinados, chuches y bollería industrial.

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Un buen desayuno, fundamental.

Sobre esto quiero destacar que en la rueda de prensa de presentación del estudio, he hecho hincapié en la cantidad de publicidad que se tragan los niños y nosotros, los padres, en la que se invita a tomar tal o cual producto (galletas, cereales, cacaos) avaladas por alguna institución científica; marcas que se amparan en esas sociedades y que lo que ofrecen es un producto lleno de azúcares, aceites de palma -una grasa barata y poco saludable por su elevado contenido en ácidos grasos saturados-, además de varios tipos de harinas, estabilizantes, jarabes de glucosa y fructosa y un largo etcétera que da miedo. Algunas marcas hacen encaje de bolillos para conseguir que su producto sea el más “natural” saltándose como pueden el código PAOS (Código de Autorregulación de la Publicidad de Alimentos Dirigida a Menores), un código, mediante el cual la propia industria debe autocontrolar la composición nutricional de los alimentos infantiles. 

La tibieza ha sido la tónica de las respuestas porque “no se puede atribuir a un sólo factor”, hay que “controlar la publicidad”; se recomienda “un consumo moderado”; “lo importante es la dosis” y sí: “hay que regular más para que muchas marcas no se pasen”.Me habría gustado mayor implicación. Estamos hablando de nuestros hijos y para nuestros hijos queremos lo mejor.

Así que: más dieta Mediterránea (que cada vez menos); más ejercicio, menos tele y consolas y más conciencia social, que un tercio de los padres no es consciente del problema del sobrepeso de sus hijos y de las consecuencias que conlleva para su salud.