El cuerpo tiene dos maneras de sintetizar la importantísima vitamina D: a través de la alimentación y por medio de la exposición al sol. Este último sistema supone la vía más importante, pero ¿qué hacemos con la nocividad de la radiación, de sobras conocida? ¿Cómo alimentarnos para sintetizar la mayor cantidad de vitamina D posible? Descubramos algunas pautas básicas de convivencia con el sol, los protectores y los alimentos para alicatar nuestros huesos, sistema nervioso y cardiovascular con la fuerza indestructible del adamantium.

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  1. Protección alta, sí. Pero, ¿cuál es mejor?

Los protectores se fabrican con dos tipos de filtros, físicos o químicos. Los físicos (o mecánicos) se consideran orgánicos, y normalmente responden a los nombres de óxido de zinc y dióxido de titanio. Entre los químicos puedes encontrar avobenzona, octinoxanato, octisalato u oxibenzona, compuestos que pueden afectar a la salud humana y dañar al medioambiente.

Entre ellos hay varias diferencias. La principal es que los físicos son totalmente inocuos para la salud y sobre los químicos pesa la sospecha (cuando no la certeza) de su nocividad para el sistema endocrino. Y no termina aquí la cosa. Los físicos actúan antes –por lo que no tienes que esperar media hora para exponerte al sol- y reflejan la radiación en lugar de absorberla. Para terminar, los filtros químicos pasan al riego sanguíneo y se calcula que hasta un 97% de la población posee residuos tóxicos en la sangre. Así las cosas, sólo queda valorar cómo queda la balanza.

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  1. Si estoy protegida, puedo tomar el sol como un lagarto a todas horas.

Mejor no. Aun con todas las cremas solares del mundo encima, intenta evitar las horas centrales del día (de 12 a 16) y las exposiciones prolongadas. Y añade unas gafas de sol y un sombrero: el cuerpo cabelludo se quema muchísimo y no es lugar para cremas.

  1. Si el protector impide la síntesis de vitamina D, ¿cómo demonios hago para garantizarla?

Con un protocolo de exposición sin riesgos. Tienes que tomar el sol sin protección, pero esto no equivale a tumbarse en la arena a hora punta, sino más bien a pequeñas tomas de unos 10 minutos dos veces al día en zonas localizadas. Por ejemplo, los pies, las manos… Mejor a primera hora del día o última de la tarde.

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  1. OK, tengo claro qué puedo hacer ‘por fuera’ y ahora estoy dispuesta a mover el bigote. ¿Qué alimentación es rica en vitamina D?

Sobre todo el pescado azul, así que ¡más vale que te guste! El salmón, el atún y la caballa se encuentran entre las mejores fuentes de vitamina D natural, sobre todo si tienes la fortuna de comprarlo salvaje.

En menor medida, se encuentran las ostras, el hígado de vaca, el queso y la yema del huevo; los hongos y, por último, los alimentos enriquecidos (leche, zumos, yogures…). En invierno se suele aportar un suplemento de vitamina D en gotas.

  1. Oye, y un exceso de vitamina D llegado el caso, ¿también puede ser perjudicial?

De manera natural es muy difícil sobrepasar los niveles. Pero sí se te puede ir la mano con la suplementación, y lo notarás en síntomas como náuseas, vómitos, pérdida del apetito, debilidad y pérdida de peso. Hay que tener en cuenta, además, que esta vitamina eleva los niveles de calcio en sangre, lo que desemboca en confusión y alteraciones del ritmo cardíaco, además de en daños en los riñones.

Los límites máximos recomendados de vitamina D es de 1,000 a 1,500 UI/día para bebés, 2,500 a 3,000 UI/día para niños de 1 a 8 años de edad, y de 4,000 UI/día para niños mayores de 9 años de edad, adultos, y mujeres y adolescentes embarazadas y en período de lactancia.

Conclusión: ante el sol, buenos filtros solares, respeto a las horas clave y exposiciones concretas sin protección –pero con mucha cabeza-.