Después de un largo e intenso verano, el otoño llega dispuesto a echarnos un pulso. Si el cambio de estación te produce desasosiego y merma de energía, haz de tu mente una trinchera de pensamientos positivos, y de tu alacena, la despensa de una aplicada ardilla experta en suplementos energéticos. ¿Por ejemplo? El hongo reishi, el ginseng y la siempre socorrida y pertinente jalea real. Melancolías a ti…
Cuando una humilde seta se conoce popularmente como ‘hongo de la inmortalidad’, no cabe duda de que merece todo nuestro interés. Procedente de China, es rico en proteínas y aminoácidos esenciales, vitaminas, minerales, ácidos grasos insaturados y alcaloides naturales. Pero lo más interesante es su capacidad de ayudar al cuerpo a recuperarse de situaciones de desgaste físico y mental. Prácticamente es como si levantara un andamiaje interno que apuntalara los desconchones de nuestro organismo. Además, potencia las defensas bajas y las estimula a trabajar con más entusiamos, bloquea los radicales libres, combate el daño oxidativo, el cansancio y el estrés, normaliza los niveles de azúcar en sangre e incluso se le atribuye la propiedad de disminuir el colesterol. ¿Nos hacemos un viajecito a China?
Es broma –desgraciadamente-, no hace falta irse tan lejos: puedes ‘geolocalizarlo’ en preparaciones comerciales en formato de cápsulas y también en el café con reishi Moss Coffee.
El ginseng es ya una ‘muleta’ clásica del realce físico, uno de los suplementos energéticos más populares. Propio, también, de la civilización china –donde se considera un remedio para todas las enfermedades y el ingrediente clave de la longevidad-, se declina en blanco, marrón o rojo, siendo éste último el que acumula mayores propiedades.
El ginseng contiene fitoesteroles, minerales como el calcio, cromo, cobre, hierro, magensio, potasio, silicio o zinc, vitamina C y del grupo B, glúcidos y proteínas, localizadas en la raíz. En cuanto a sus propiedades, son harto apetecibles: estimula la capacidad intelectual, mejorando la concentración y el aprendizaje (sin producir excitación), regula la producción de insulina, aumenta las defensas y ayuda a tratar la fatiga crónica, las astenias estacionales, la depresión, el estrés y el cansancio.
Las abejas producen la jalea real como alimento para las obreras durante sus primeros días de vida, y para las reinas durante toda su vida. Similar al calostro materno pero en versión abeja, la jalea real consigue que el peso de una larva se multiplique por mil ¡en tres días! Como dato impactante, las obreras viven unos cuarenta días en el mejor de los casos frente a los cinco años que puede durar una reina. ¡Jalea real save the queen!
Compuesta por agua, proteínas, ácidos grasos, hidratos de carbono, vitaminas (A, C, D, E y del grupo B) y minerales (hierro, potasio, sodio, magnesio…), aporta energía, estimula el sistema nervioso, refuerza el sistema inmunitario, aumenta la oxigenación del cerebro, mejora el aspecto de la piel, desintoxica, es antivírica y antitumoral y protege de las enfermedades autoinmunes.
Es mejor tomarla fresca –puedes conservarla en la nevera-, mezclada con miel y durante periodos limitados de tiempo. La reina de los suplementos energéticos.