En las últimas semanas se ha armado la marimorena con el aceite de palma, una grasa vegetal utilizada masivamente en la industria alimentaria. Según datos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) cada ciudadano europeo consume al año 59,3 kilos de aceite de palma. ¿Por qué se utiliza? Por qué es tan malo? ¿Qué podemos hacer?

aceite de palma

 

La liebre saltó cuando una periodista conocida preguntó por Twitter a una marca de alimentos infantiles por qué en la composición utilizaban aceite de palma. La empresa en cuestión salió por peteneras, la calificó de “acomodada y famosa” y, aunque se ha disculpado públicamente, la polémica ya estaba servida.

¿O estaba servida desde antes? Creo que sí. La Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) ya advertía en un documento en noviembre de 2015 “que no es una alternativa idónea desde el punto de vista nutricional. Además, su producción conlleva excesos mediambientales y sociales.”

Es el aceite más utilizado en el mundo y se usa preferentemente en:

  • Precocinados
  • Bollería industrial
  • Aperitivos y snacks
  • Industria cosmética
  • Margarinas y otros productos para untar, por ejemplo los que llevan cacao.

El aceite de palma se extrae de la Elaeis guineensiscomúnmente llamada palma africana de aceite o palma aceitera y se produce en un 85% en Indonesia y Malasia.

¿Por qué se usa tanto? Por su alta eficiencia y alta rentabilidad, a costa, claro de utilizar las tierras de cultivo sólo para esta planta para que así sea viable y muy rentable su comercialización. Pero, por otro lado, se están cargando esas tierras que antes cultivaban los agricultores y les hacía ser independientes. Ahora ya no lo son.

¿Por qué no debemos tomar aceite de palma? Marta Serra, técnico superior en dietética y autora del blog Cómete una pera nos ha aclarado algunas cosas. “No hay ningún aceite que sea puro en ácidos grasos. Los aceites contienen ácidos que pueden ser saturados, poliinsaturados y monoinsaturados, pero la mayoría no son puros en un ácido, sino que son una mezcla de ellos. El aceite de oliva, por ejemplo, es uno de los más saludables porque el 73% de sus ácidos grasos son monoinsaturados, mientras que en el aceite de palma, el 50% son ácidos grasos saturados. Aunque los datos que nos ofrece la ciencia acerca del consumo de grasas saturadas arrojan más preguntas que respuestas, sí hay suficientes evidencias de que la grasa de palma está relacionada con la hipercolesterolemia y otras enfermedades metabólicas“. Es decir, su consumo excesivo produce problemas cardiovasculares. Un estudio de la Agencia Europea de la Seguridad Alimentaria (EFSA) afirma que podría ser un agente cancerígeno cuando se cocina a temperaturas extremadamente elevadas.

aceite de palma

Las coberturas de bombones, por ejemplo, están hechas con aceite de palma, un producto barato y que funde bien en la boca y no ablanda el producto.

¿Y por qué se permite a la industria alimentaria que lo utilice? Marta Serra me cuenta que simplemente “porque no es es tóxico, no es un veneno, palabras sensacionalistas y usadas por muchus gurús y páginas pseudocientíficas. En un día podrías comer todo el que quisiera y, salvo un empacho, no te pasaría nada más”. Pero su consumo está asociado a enfermedades metabolicas y la industria alimentaria se escuda en que no es tóxico. Básicamente es barato, ofrece textura y palatabilidad y no hay dosis tóxica, lo que beneficia a la industria. Se usa porque es legal. La industria alimentaria tiene que vender y le tiene que salir rentable porque cada vez somos más los que vendemos y queremos comer. El capitalismo es así.”

aceite de palma

 

Afortunamente, tenemos una ley a nuestro favor: el Reglamento Europeo 1169/2011 Sobre la información alimentaria facilitada al consumidor que entró en vigor en diciembre de 2014 -aunque no todos sus aspectos eran de obligado cumplimiento hasta hace poco- indica que en el etiquetado debe decirse exactamente qué aceite es. Ya no vale con “aceite vegetal”. Es obligatorio especificar que contiene aceite de girasol, de coco, o de palma. Y éste, el de palma se puede denominar de diversas maneras: aceite de palma o de palmiste, grasa vegetal fraccionada e hidrogenada de palmiste, estearina de palma, palmoleina u oleina de palma, manteca de palma e incluso etiquetándola por su nombre científico, Elaeis guineensis, que así da la impresión de que estamos tomando algo “natural”. No os lo creáis: lo natural también es química. Es más: todo es química.

¿Qué tenemos que comer entonces? Marta Serra es aquí tremendamente clara: “Hay que comer comida de verdad y no comer procesados. Y no sólo por lo que contenga un alimento ultraprocesado sino también por lo que no lleva: lo que dejas de comer es una mala elección. En la comida procesada no encontrarás fibra, las vitaminas, los minerales y otras sustancias imprescindibles en una dieta saludable.Imaginemos que llevamos a nuestras abuelas al supermercado o al mercado. ¿Qué comprarán? Tomates, alcachofas, pollo o incluso incluso panceta, pero comprarán comida y ns se pararán a leer las etiquetas, porque al supermercado no se va a leer se va a comprar alimentos”.

Si dejamos de comprar esos alimentos procesados es probable que la industria alimentaria se replantee su camino porque lo que no se compra no se vende. ¿Qué os parece la idea?