Hasta hace bien poco, encontrar un champú sin sulfatos era casi como pedir que te tocase la Lotería Nacional. Por suerte, la industria de la belleza se ha dado cuenta de que cada vez preferimos consumir productos que tengan menos ingredientes químicos agresivos y más ingredientes naturales.

Contrariamente a lo que se rumorea en Internet, los sulfatos no son ni peligrosos, ni tóxicos, ni el demonio encarnado. No son ni más ni menos que un detergente, con todas sus ventajas y sus inconvenientes. Los sulfatos son los responsables de que vuestro champú favorito haga una espuma digna de un editorial de belleza y se os quede una melena sin rastro de grasa y suciedad, pero pueden ser agresivos para los cueros cabelludos más sensibles. Y una, que descubrió a base de crisis de dermatitis que no por hacer más espuma limpian mejor, agradece que las marcas se hayan dado cuenta de que existen alternativas naturales a los sulfatos.

Los agentes limpiadores derivados del coco, los extractos botánicos de la planta de la saponaria, el jabón de castilla, o las fórmulas sin espuma de co-washing son buenas alternativas para tener un cabello limpio sin utilizar detergentes agresivos. Sin embargo, son más costosas de elaborar, lo que repercute en el precio final. Pero la salud no tiene precio, y os puedo decir con total sinceridad que es preferible invertir en un champú que se adapte a las necesidades de vuestro cuero cabelludo sensible que acabar con una dermatitis galopante.

Aunque los champús sin sulfatos son más complicados de encontrar, son como las meigas: haberlos, haylos, y en Belleza Pura hemos hecho una selección de aquéllos que incluyen ingredientes naturales en sus fórmulas:

Para descubrir si un champú tiene sulfatos, basta con leer la etiqueta y buscar palabras acabadas en sulfate o sulfoacetate. Desde el omnipresente Sodium Lauryl Sulfate pasando por su hermano pequeño Sodium Laureth Sulfoacetate, los sulfatos son los peores enemigos de los tratamientos de queratina y del cabello cabello seco, coloreado y/o sensible.

Si os veis en un apuro, siempre podéis echar mano del jabón Lagarto, el gran secreto de belleza sin sulfatos responsable del melenón de nuestras abuelas.