Hoy vamos a hablar de un tema controvertido, niños y niñas. Hoy vamos a hablar de la copa menstrual.

Es posible que, desde tu casa y manta eléctrica mediante para aplacar los dolores ováricos, te preguntes “¿y qué tiene este tema de espinoso, jamía? Lo que es, es un p**o rollo”. La respuesta es nada y todo. Por increíble que parezca, la regla sigue siendo un tema rodeado de eufemismos, de opacidad, de misticismo e incluso de superstición. Una mujer que ‘está mala’ puede privarse de actividades como darse un baño en verano, mantener relaciones sexuales o ponerse determinada ropa. Consecuencias lógicas de una sociedad que sistemáticamente invisibiliza o denigra la regla al considerarla algo ‘sucio’ que se ha de ocultar con toda la artillería sanitaria que tengamos a mano. Vamos a aclarar algunas cosas.

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  1. La regla no huele. Ilustres publicistas que utilizan un líquido azul pitufo como símbolo de la sangre menstrual en sus (descacharrantes) spots, dejen de aludir a la supuesta pestilencia de la regla como estrategia de venta. Es ofensivo. No tiene gracia. Está feo, déjenlo ya.
  2. Toda mujer sana tiene la regla una vez al mes durante su vida fértil. Esto es así desde que la primera fémina salió del limo primigenio. ¿Por qué algo tan natural y propio de la humanidad se sigue rodeando de misterio? ¿Será porque atañe exclusivamente a las mujeres?…

Uso la copa desde mi segundo parto. De adolescente utilicé compresas y luego tampones, con lo que he explorado todas las medidas de higiene que me ofrece el primer mundo para controlar el flujo menstrual. ¿Ventajas de la copa? Que yo haya detectado, todas, con una única salvedad. Procedo a listar:

1.    Es (mucho) más barato. Los recursos desechables, como compresas, tampones, salvaslips o toallitas, requieren reposición inmediata, mes tras mes. Una copa menstrual puede costar en torno a 20 euros, apenas necesita mantenimiento (un hervido al terminar cada periodo para eliminar las bacterias) y puede durar 10 años. Con el dinero que te sobra te da para todas las bragas bonitas que quieras.
2.    Es más higiénico. La compresa permanece pegada al cuerpo. El tampón se fabrica con materiales que pueden producir alergias, y no es fácil encontrar las versiones alternativas. Además, favorece la alteración del pH durante el tiempo que permanece en la vagina. La copa es de silicona médica, apta para todos los públicos, y no reseca las paredes vaginales.
3.    Es (mucho) más ecológico. La copa no genera residuo alguno. Puntualizo, dada su condición de recipiente, propicia el reciclado de la sangre menstrual como fertilizante para las plantas (sí, has leído bien. La sangre es un abono fantástico para las plantas, el día que veamos un anuncio de una pizpireta chavala regando las tomateras del balcón con su sangre entre tonadillas hipsters, habremos conquistado terreno). Bueno para ti, bueno para el planeta. Win-win situation, lo llaman por ahí.

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4.    Mejora tu relación con la regla. ¿Cuántas veces la has maldecido? ¿Cuánta tirria e incomodidad te genera? A mí mucha, es impertinente y para colmo se acompaña de inflamación, cansancio y dolor. Sin embargo, mantenerla en el ‘oscurantismo’ no ayuda. Ver la cantidad de sangre que realmente generas durante cada día del ciclo; su color y textura, ayuda a familiarizarte con lo que pasa en tu cuerpo. Este impacto es tan positivo que incluso puede contribuir a paliar el dolor. Y en cualquier caso ayuda a desmitificarla.
5.    Tiene un momento un tanto incómodo cuando te pilla un cambio en baños públicos. Lo que en tu casa se solventaría rápidamente bajo el grifo, se torna una experiencia digna de Carrie. Yo la vacío en el inodoro, la limpio un poco con papel higiénico y me la vuelvo a poner. Sin más. Luego me lavo las manos en el lavabo comunitario como el resto de mortales, es normal que se manchen un poco. Es una solución, quizá haya otra mejor con la que no he dado.

La recomiendo a todo el mundo. Ahorras espacio en el neceser y dinero, es más cómoda que un tampón y no reseca, aguanta perfectamente toda la noche (si estás en un día de flujo abundante, puedes reforzar con un salvaslip para mayor seguridad)… La copa es de estos inventos que te hace replantearte tu pasado entero. El lamento por el tiempo perdido y cosas así, en forma de pequeña copa de plástico. Y lo mejor: en lugar de alejarte de tu naturaleza, te acerca. Al igual que una cocinera sabe  cuándo tiene que añadir más sal porque el plato ‘lo pide’, la copa ‘te pide’ vaciarla. Y la mente te regala la reconciliación con la sangre, siquiera porque la ves, la tocas y no la hueles. Bendita naturaleza, gracias por este óvulo no fecundado y su correspondiente material de arrastre…