Encuentro que la publicidad de perfume no huele tanto a rancio últimamente

“Se está abriendo una ventanita de esperanza”, me digo ante los últimos anuncios de perfume con los que firmas tan potentes como Chanel, Dior o Adolfo Domínguez presentan sus creaciones al gran público. En ellos se deja de lado la narrativa habitual de la perfumería comercial, en la que una mujer pasa de lacia lechuguina a diosa del sexo según se aplica unas gotas del perfume de marras y se acopla, ¡oh, sorpresa!, a los deseos ensimismados de algún chorbo, para mostrar una relación mucho más personal con la materia olfativa. Para empezar, en estos anuncios (de perfumes femeninos, recordemos) ni siquiera salen tíos.

¿El perfume no está obligado a canalizar nuestras demandas y conquistas, no tiene por qué empeñarse en empoderar a la mujer con los medios a su alcance? Seguramente no, pero todo lo que se difunde en los medios generalistas cuenta. Cualquier artefacto audiovisual de gran difusión está llamado a ser una potencial herramienta de educación, aunque parezca un simple anuncio más. Y los de Chanel, Dior y Adolfo Domínguez cuentan con un común denominador: los tres apoyan la singularidad de la mujer. ¿No es eso lo que buscamos en una fragancia?

Kristen Stewart encarna para Gabrielle de Chanel el clásico mito kafkiano. Pero en positivo. Su metamorfosis habla de despertar, de liberación, de fuerza, de poderío… Ojo: ser una diosa del sexo está muy bien. Pero ya aburre a las ovejas que lo envuelvan todo en seducción, con lo fácil que es, en el fondo, apelar a otros valores más en sintonía con los tiempos que corren y con lo que nos apetece a las mujeres. Que es follar, obviamente; y también ponernos un buen perfume con un trasfondo de búsqueda personal ya que estamos.

https://www.youtube.com/watch?v=OaJ-TE1xZVA

Me convence mucho Charlize Theron en plan musa primigenia gozándolo con los elementos. Una mujer sola en la naturaleza que se cubre de gloria, de oro, de J´Adore de Dior… El sol y ella. El disfrute y ella. Su experiencia personal y ella. No hay un pollopera invitándola a copas ni a oler su sobaco empapado en Axe. La feminidad en lo absoluto, qué gusto de anuncio.

Con muy buen ojo y una calculada estrategia de marketing, que no siempre sirve para hacer el mal, nos encontramos con Única, de Adolfo Domínguez. Cinco conocidísimas mujeres españolas, de imagen singular y de todas las edades, destacan aquello que hace única a sus compañeras, en lo que se me antoja un ejercicio de camaradería que desmonta aquello de que las tías no hacemos más que darnos puñaladas traperas entre nosotras. En cualquier caso, el mensaje está claro: potenciar los rasgos que nos caracterizan y enorgullecernos de ellos.

Parece un buen plan.