La mujer, como la osa. Pues no faltaba más.

Nos lo han dicho desde pequeñas. El vello corporal femenino, en Zonas No Adecuadas -esto actualmente viene a ser cejas y pestañas-, genera espanto, inquina, vituperio, vejación e ¡incluso asco!

Axilas, ingles, labios vaginales, monte de Venus, ano, brazos, piernas, deditos de manos y pies, espalda llegado el caso… Si tienes un segundo cromosoma X, notarás cierta presión social que te empuja con empeño hacia toda clase de artilugios depilatorios, so pena de que se cierna sobre ti la mismísima ira de tu género, del otro y de quien pase por allí, si no te avienes gustosamente a ese sutil sistema de control.

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Desde hace años, el feminismo, esa cosa que está tan de moda últimamente y que llena plazas, avenidas y bares, ha anotado en su agenda política la reivindicación del vello corporal femenino como derecho y decisión propios de cada una de nosotras. Derecho que viene disfrutando el hombre desde que se alzó sobre sus dos extremidades y pegó un sonoro alarido reproductivo (no, no ha sido hace 2 días).

¿Qué tendrá una abundante y espesa mata de vello en, pongamos, el muslamen derecho, que en una dama hace vomitar a una cabra y en un hombre deja completamente indiferente?

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Ayq Khan, joven pakistaní ‘afectada’ por el exceso de vello corporal, es una de tantas mujeres hasta el coño de depilarse por sistema para no tener que aguantar impertinencias e insultos. Pero, además de ser Una Mujer Hasta el Coño Por X Razón, resulta que es una de tantas artistas que viene ofreciendo al mundo su reflexión sobre la accidental casuística del vello corporal femenino.

En sus ilustraciones, que fusionan la cultura pakistaní con la iconografía americana clásica, las mujeres exhiben orgullosamente su vello en toda clase de situaciones de la vida cotidiana. Una obra rodeada de polémica (sic) que la propia Khan tuvo que defender aclarando que “mucha gente comparte esta realidad creciendo con más vello corporal que el resto de sus compañeras. Esto se ridiculiza y provoca inseguridades y complejos que se arrastran a lo largo del proceso de desarrollo de la identidad individual.”

Gracias a su arte, y desde sus redes sociales, la artista ha creado un espacio virtual donde las mujeres se han visto animadas a compartir sus experiencias y reflexiones sobre el vello corporal femenino y los estándares de belleza impuestos. No, no nos depilamos porque nos chifle, sino porque asociamos la piel suave y lampiña a la presentación oficial del cuerpo femenino. Y en esa presentación empleamos muchos recursos, tanto de tiempo como económicos. ¿Te imaginas dejar de hacerlo?