El laboratorio de la OCU niega ante el juez lo publicado hace dos años.

Ver para creer, el laboratorio alemán contratado por la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) para elaborar el polémico estudio sobre las mejores hidratantes, niega ahora que la crema Cien de Lidl sea la número uno del ranking.

Lidl Crema Hidratante

Donde dije digo, digo diego. Hace dos años la OCU publicó uno de sus controvertidos informes y se armó la marimorena. Analizaba la eficacia hidratante de las cremas de rostro y la crema Cien de Lidl obtuvo el primer puesto por encima de marcas como Avéne, Biotherm, Clinique, Eucerin o La Mer. La cosa olía un poco mal y en Belleza Pura ya no nos creímos lo que el estudio nos contaba.

La polémica fue enorme y la OCU demandó a al diario Economía Digital por haber recogido las quejas de la industria cosmética y por haber publicado información sobre asuntos económicos de la Organización de Consumidores y Usuarios.

Ahora, dos años después se ha sabido -así lo recoge el medio digital- que “ninguna crema hidratante entre las 47 analizadas por el laboratorio alemán al que se le encargó el análisis, destacaba de forma sustancial por encima del resto. No hay crema número 1”, eso fue lo que declaró Mathias Rohr, el representante del laboratorio alemán Institute Doctor Schareder, durante el juicio entre Economía Digital y la OCU que se celebró hace un mes en Madrid y después del cual tanto el fiscal como el juez consideraron que las informaciones publicadas eran veraces, condenando a la OCU a pagar las costas del juicio.

La cosa tiene su miga porque según publica este diario digital, el mismo estudio se publicó en distintos países pero la OCU y sus asociaciones afiliadas pusieron distinta puntuación a las mismas cremas en función de los países donde se publicó el informe.

Pero en el juicio también declaró como testigo Paola Gugliotta, creadora de Sepai y experta cosmetóloga, que demostró que los criterios por los que se escogió la crema Cien como mejor del mercado eran subjetivos y las razones por las que el estudio de la OCU mostraba una falta de rigor evidente.

Paola Gugliotta Juicio Ocu Lidl

Explicó como la OCU utilizó tres parámetros en su estudio: un test de eficacia científica “que dictaminaba que todas las cremas analizadas hidrataban igual con lo cual, este factor no fue relevante en la puntuación de las cremas”; un test subjetivo del usuario que “se realizó sólo en usuarias con pieles normales a mixtas, sin valorar como funcionaban en las secas o grasas, con lo cual este test subjetivo tampoco era relevante pues la información subjetiva estaba sesgada”; y por último “una valoración personal de la OCU sobre ciertos activos o ciertas sustancias que en su opinión, no deben estar en la formulación”.

Como el etiquetado y la composición son sus especialidades, Paola Gugliotta se centró en analizar el último de los parámetros y descubrió que por ejemplo la OCU de manera totalmente arbitraria había decidido penalizar a las cremas que incluían el término ‘no comedogénico’ o ‘hipoalergénico’. Un sinsentido teniendo en cuenta que como recordó Gugliotta, “la normativa no define como se deben utilizar estos términos pero sí permite utilizarlos”.

Pero la creadora de Sepai fue más allá y puso de relieve que la OCU sin embargo no castigó a la crema Cien que en su etiquetado pone ‘sin aceites minerales’ y “el comité científico regulatorio de cosmética dice claramente que no se puede utilizar ese tipo de claim (términos que se utilizan para vender un producto) a no ser que la sustancia en mención sea una sustancia que pone en riesgo a parte de la población. Por ejemplo puedes decir ‘no contiene gluten’ o ‘no contiene alérgenos’, porque hay personas susceptibles de tener problemas con esos ingredientes. Pero si en la etiqueta hablas de que no contiene un ingrediente que la ley aprueba y no pone en riesgo a nadie, es competencia desleal”.

La Organización de Consumidores y Usuarios también penalizó a las cremas que contenían butil- o propilparabenos porque hay múltiples evidencias de que son disruptores hormonales, pero no penalizó, explicó Paola Gugliotta, “otros dos parabenos sobre los que hay estudios de la Comunidad Europea que indican que también son susceptibles de ser disruptores hormonales. La crema ganadora tiene esos parabenos que ellos consideran ‘buenos'”.

Y va más allá: Sucede lo mismo con otra sustancia: ellos deciden penalizar las cremas que contengan metil isotiazolinona porque consideran que es un conservante con elevado potencial alergénico. No lo discuto, pero si querían ser rigurosos, no debían haber penalizado únicamente la metil isotiazolinona porque hay un caso aún peor de conservante con elevado potencial alergénico: el fenixotanol. Es un conservante que ya ha sido prohibido en los productos para la zona del pañal de los bebés y que también tiene elevado potencial alergénico. Pero la crema ganadora lo incluye en su fórmula. Ante estas evidencias, considero que no hay rigor científico en la manera en la que se definieron estos parámetros”.

 

 

 

Lidl Crema Q10

Y ya para rematar, según publica Economía Digital, el mismo estudio se publicó en distintos países pero la OCU y sus asociaciones afiliadas pusieron distinta puntuación a las mismas cremas en función de los países donde se publicó el informe.

La polémica se refiere al estudio publicado hace menos de dos años sobre las cremas que mejor hidratan, pero el idilio de la OCU y las cremas de Lidl en España viene de más lejos. Fue en 2014 cuando presentó una investigación sobre las mejores cremas antiarrugas, analizaba sus resultados y el precio de 14 marcas. La ganadora fue la más barata, Cien Q10, y desapareció de las estanterías, y la gente se volvió loca y la compraba en Francia y en Portugal. ¿Cuántas cremas habrá vendido Lidl desde entonces que no habría vendido sin tan inestimable apoyo?