La infertilidad guarda una relación directa con el sobrepeso, tanto en hombres como en mujeres.

Las cifras alertan: la infertilidad aumenta hasta un 30% en las mujeres con sobrepeso (IMC superior a 25) y puede llegar al 100% en las obesas. Además, en casos de embarazo, aumenta el riesgo de sufrir un aborto espontáneo o complicaciones como hipertensión, preeclampsia o diabetes gestacional.

En el hombre, el exceso de peso afecta negativamente a la calidad y velocidad de sus espermatozoides, dificultando la fecundación del óvulo de manera natural. Datos preocupantes para la gran enfermedad, junto con la depresión, de los países acomodados.

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La predisposición al sobrepeso o la obesidad puede ser genética en algunos casos, pero no siempre es la causa determinante. También influyen factores socioeconómicos, psicológicos, el sedentarismo, los hábitos alimentarios poco saludables, el estilo de vida, la falta de sueño, la edad, haber tenido un embarazo anterior… Otras enfermedades endocrinas, como el hipotiroidismo o el síndrome de Cushing (aumento de la hormona cortisol en las glándulas suprarrenales) también pueden causar sobrepeso y obesidad; así como el uso de medicamentos como algunos antidepresivos, ansiolíticos, corticoides o medicamentos para la hipertensión.

Es importante tener claro que el exceso de peso viene determinado por una fórmula que funciona para toda la humanidad y que no viene marcada por los designios de la moda o de alguna marca de ropa, sino del famoso IMC, índice de masa corporal. Éste se calcula dividiendo los kilos de peso por la estatura en metro elevada al cuadrado. Un criterio que, aunque no tenga en cuenta qué cantidad de peso corresponde a la grasa, sirve a la OMS (Organización Mundial de la Salud) para establecer el sobrepeso como igual o superior a 25 e inferior a 30. Un IMC de 30 se considera obesidad. La buena noticia, por terminar con optimismo, es que se puede prevenir en la mayoría de los casos, y que mejora notablemente cuando se aplican estrategias de control como la dieta pautada por un nutricionista, el ejercicio diario adecuado a la edad y el rendimiento y, en general, un cambio saludable en los hábitos.