Lo llaman boyish y consiste en que una mujer se vista de hombre.

Si lees sobre moda o te metes en redes sociales, probablemente te hayas topado con los términos boyish, tomboy o incluso el –más ramplón- unisex. Básicamente todos consisten en lo mismo: mujeres ‘apropiándose’ del vestuario tradicionalmente masculino, como los trajes de chaqueta, el smoking, las corbatas, pajaritas, chalecos, tirantes y otros accesorios, en una suerte de ejercicio rupturista que siempre está cargado de mensaje.

A lo largo de la historia han sido muchas las féminas que han decidido adoptar una indumentaria masculina, ya fuera para lograr unos objetivos que la sociedad les negaba como mujeres, para imponer autoridad en sus círculos profesionales o por cuestiones ligadas a la estética o la simple y llana comodidad. Seleccionamos algunos looks de estas pioneras.

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Aurore Lucile Dupin (1804-1876), más conocida por su identidad masculina como George Sand, fue una célebre escritora francesa (escritor a efectos prácticos) que encontró en el travestismo su pasaporte a la libertad. Más teniendo en cuenta que se trataba de una mujer de clase alta, con título nobiliario y todo, obligada a la asunción de ciertos códigos sociales. Pagó el precio de perder algunos de sus privilegios por su desacato, pero consiguió desarrollar sus inquietudes literarias y escapar del rol de esposa y madre al que le abocaba su género.  Y, además, llevó la americana como nadie.

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Años 30 del siglo pasado y una Marlene Dietrich rompiendo moldes y profundizando con mucho estilo en su papel de pionera en la liberación de los roles sexuales.

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En un entorno más próximo y familiar, nos encontramos con estas estudiantes americanas de la Universidad de Heidelberg  (Alemania), allá por el 45, cómodamente ataviadas ‘como chicos’ para disfrutar de su acceso al estudio y al mercado laboral.

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En 1975, Helmut Newton fotografió una pieza clave del vestuario masculino, el smoking, sobre un cuerpo de mujer. Con ello convirtió en icónica la prenda de Yves Saint Laurent, pero también sublimó la androginia.

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El cine siempre ha sido un excelente vehículo de transmisión de ideas, y no digamos como creador de iconos. Prueba de ello es el look irreverente de Diane Keaton en su papel de Annie Hall (Woody Allen, 1977), un estilo que hizo correr ríos de tinta en las revistas de la época y que aún hoy es referente internacional.

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La actriz Blake Lively acapara la atención de los medios con su colorida y arriesgada interpretación del estilo masculino para mujer. Toda una lección de estilo sobre cómo disfrutar de las ventajas de la ropa de hombre sin renunciar a verse ‘femenina’. Tip para entrenar el ojo: el taconazo no es la única concesión a la feminidad.

Son muchas las mujeres que se niegan a hacer lo que se espera de ellas en las alfombras rojas y otros actos públicos, y que se manifiestan silenciosamente en sus atuendos masculinos que no han conocido lazo, volante, escote o fru-frú.