Pintarse los labios de rojo da más subidón que la cafeína. Pruébalo.

Hay un gesto de maquillaje prácticamente universal (y las que no forman parte de esta cosmogonía es porque aún no se han atrevido) que reúne culturas, estilos de vida e ideologías: pintarse los labios de rojo.

De eficacia científicamente demostrada (guiño-guiño) contra la cara de acelga y la pochez del estado de ánimo, el rojo ilumina la piel mustia, define y sublima la forma de la boca como ningún otro color y se asocia con una feminidad clásica que no admite negociaciones.

Además, y como nos cuenta para nuestro gozo el maquillador brasileño afincado en España Kley Kafe, “favorece a todas”. Es un tono que da tanto empaque al look que “dependiendo de la ocasión, puedes estar bien vestida sólo con eso” (si tienes dudas al respecto, chequea a las francesas y su ganador estilo: básicos, pelo peinado con los dedos, piel desnuda y labios de un rojo muy subido).

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Para elegir el tono que más nos favorece, es recomendable acercarlo a la cara. Aquel que ilumine nuestra piel y ojos, será El Elegido, sin necesidad de ser experta en subtonos anaranjados, rosados o azules.

La mejor técnica de aplicación “depende del producto”. Como matiza Kafe, “en el mercado se puede encontrar labiales mates con brillo o incluso líquidos. Una vez elijas tu barra y encuentres la aplicación perfecta, bien directamente de la barra o con pincel, llévala siempre contigo para poder retocarte durante la jornada”.

Con las barras mate, tan de moda durante los últimos años, es frecuente cometer el error de aplicarlo ‘a cholón’ y que se cuartee sobre los labios, sobre todo durante los meses de frío, que la propia barra suele ser más difícil de trabajar, y para colmo la boca está más seca. Como nos recomienda el experto, “lo mejor para evitar esto es exfoliarse los labios e hidratarlos bien antes de pintarlos. ¡Y no pasarse aplicando capas!”.

¿Para tenerlos siempre hidratados y en plena forma? Realiza tu ritual de cuidado labial por la noche, antes de acostarte. Te levantarás con una boca inasequible al desaliento mate.

Y recuerda: al mal tiempo… ¡labios rojos!