El 20% de los españoles padece obesidad y el 40%, sobrepeso.

Hoy, 12 de noviembre es el Día Mundial de la Obesidad. Y está fijado este día porque la obesidad es la epidemia mundial del siglo XXI que se lleva por delante la vida de casi 3 millones de personas en todo el mundo. No es ninguna broma: estar gordo es malo. De hecho el concepto de “fofisano” es una patraña y una utopía: no existe un obeso sano. Ambos conceptos se dan de tortas. “Las personas con este problema no sólo tienen un peso que disminuye gravemente su calidad de vida, sino que también padecen comorbilidades (es decir, más de una enfermedad además de la primaria, en este caso la obesidad) muy importantes que hacen que su esperanza de vida se acorte considerablemente“, afirma el doctor Gonzalo Guerra Azcona, cirujano de la Unidad de Cirugía Bariátrica y Síndrome Metabólico del Centro Médico Quirúrgico de Enfermedades Digestivas de Madrid.

Siempre he pensado que el “gordito feliz” es un mito, que nadie que tenga sobrepeso, no se sienta bien consigo mismo y acarree problemas de salud sea una persona feliz que no se preocupe de sus kilos de más. Sigo creyendo también que detrás de esos kilos de más hay una persona que sufre y que pelea contra sí misma, pero que existen multitud de problemas que impiden que pierda peso,y que, por consiguiente, necesita ayuda.

Las principales comorbilidades asociadas a la obesidad son muchas: hipertensión, diabetes tipo II, dislipemia (índices elevados de colesterol y triglicéridos), problemas osteoarticulares, mayor riesgo de padecer determinados tipos de cánceres (ginecológicos, colon y recto, páncreas, hígado, riñón, tiroides, meningioma, etc.), apnea del sueño y problemas cardiovasculares.

Y cuando alguien toma conciencia de que realmente tiene que perder peso, ya sea por decisión propia o por indicación médica, busca desesperadamente algún tipo de tratamiento que, sin esfuerzo, le ayude a quitarse esos kilos de encima. Por eso, si eres de esos o esas que están en este asunto, que sepas que hay cientos de tratamientos inútiles e incluso peligrosos que no sólo no te van a servir de nada, sino que te pueden perjudicar.

No soy ninguna agorera ni quiero fastidiaros la vida. Hay que ser realista: los milagros no existen.

Lo que existe, según médicos y nutricionistas -una rama que aún no está en la Seguridad Social y que es necesario que entre a formar parte de la sanidad pública- es el cambio de los hábitos nutricionales y de estilo de vida.

No tenéis más que echas un ojo en las redes sociales -¡cuidado que hay mucho “vende humo” y muchos productos milagro que sólo te sacan los cuartos- para darse cuenta de que la mayoría de las personas que siguen una dieta equilibrada y hacen ejercicio pierden peso y su calidad de vida aumenta.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) afirma que se puede luchar contra la obesidad reduciendo la ingesta total de grasas y sustituyendo las grasas saturadas por las insaturadas; aumentando el consumo de verduras, frutas, hortalizas, legumbres, cereales integrales y frutos secos y reduciendo la ingesta de sal y azúcar.

Comer bien es una cuestión de educación y de quererse a uno mismo. Tú sabes lo que te conviene; así que, hazlo. Ponte en manos de un buen nutricionista, cambia tus hábitos alimenticios (se trata de comer bien, comida de verdad, no porquerías envasadas llenas de grasas saturadas, azúcares y harinas refinadas) y mueve el culete: según la OMS, 150 minutos a la semana de ejercicio moderado reduce el riesgo de padecer enfermedades cariovasculares, diabetes, cáncer de colon y de mama.

¿No vas a hacer esto por ti?