El hambre emocional es un deseo que aparece de forma compulsiva y que hace sentirse culpable.

Comemos sin tener hambre real, pero no puedes evitar ir a la nevera y comerte algo, una onza de chocolate o unas nueces. A veces da igual que te metas en el estómago pero no puedes evitarlo. “Además, tienes que satisfacer esa necesidad de forma inmediata porque es impulsiva. Cuando comes desde el hambre emocional no puedes parar a pesar de sentirte llena. Y al termina, te sientes culpable, avergonzada o insatisfecha por haber comido de esa forma”, explica Itziar Digón, psicóloga nutricionista.

Cuando llegas a esta situación tienes un problema y más vale que te des cuenta de que existe para ponerle remedio. Conocer la diferencia entre el hambre físico y el emocional es básico. “El hambre físico real aparece de forma gradual y sirve cualquier alimento para satisfacerlo (fruta, lentejas…). Comes más conectada con tus necesidades fisiológicas, así que detectas cuando el sensor de la saciedad se enciende y te resulta fácil dejar de comer. Y al terminar, tanto tú como tu estómago os sentís tranquilos y satisfechos”, nos explica a Belleza Pura Itziar Digón.

hambre emocional

Itziar Digón es nutrionista y psicóloga y desde su visión como coach entiende y conoce porque ha tratado a muchos pacientes cómo saber si tienes hambre emocional o real.

Belleza Pura: ¿Qué tipo de personas son susceptibles de padecerlo?

Itziar Digón: “Cualquier persona sometida a estrés o muchas obligaciones y muy necesitada de desconectar o liberarse. También son susceptibles personas que llevan tiempo a dieta y llevan privándose tiempo de la función de confort y disfrute de la comida. Porque del control surge el descontrol”.

B.P.: ¿Cómo actúa el cerebro ante el hambre emocional?

I.D.: “En algún momento de tu vida comiste por primera ver por una necesidad emocional. En ese momento tu cerebro recibió una recompensa positiva y placentera. Y cada vez que te sientes de esta manera tu cerebro busca repetir esa recompensa”.

B.P.: ¿Cómo se desencadena?

I.D.: “Los desencadenantes para una persona que come de forma emocional pueden ser muchos. Así diferencia de una persona más instintiva que sólo se deja guiar por el hambre física para comer; un comedor emocional siente el deseo de comer cuando: tiene comida delante, huele comida, piensa en comida, le ofrecen comida, se siente cansado, aburrido, triste, solo, enrabietado, enfadado, frustrado (todas las emociones que te imagines) o incluso también come desde las emociones positivas porque utiliza la excusa de la celebración o lo social para acabar comiendo”.

B.P.: ¿Cómo nos podemos dar cuenta de que el hambre que tenemos no es apetito sino que entra dentro de lo patológico? ¿Porque es una patología, no?

I.D.: “Comer por hambre emocional, hoy por hoy, no se le considera como una patología. Es simplemente un comportamiento. Aunque sí es cierto que niveles altos de comer emocionalmente pueden llevarte a ser un comedor compulsivo, trastorno del atracón o sufrir algún trastorno del comportamiento alimentario“.

B.P.: ¿Se puede templar el hambre emocional o curarlo? ¿Cómo?
I.D.: “Manejando mejor el estrés a través de la meditación y entrenándose en la alimentación consciente”.

Sería muy buena idea en este sentido comer alimentos saciantes, evitar el azúcar, hacer un menú diario y hacer deporte. Y si ves que es preciso, siempre puedes pedir ayuda a un profesional que te enseñe a controlar esos impulsos.