Nuestra ley reconoce el derecho a la maternidad libremente decidida.

Hoy es 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer. Y nada más de mujeres que la posibilidad que tenemos de ser madres o de renunciar a ese derecho. No somos más mujeres por ser madres o por no serlo. Somos igual de mujeres y que nadie nos quiera comer la cabeza.

Hoy, 8 de marzo de 2019, este post va sobre el aborto o como legalmente se dice, la interrupción voluntaria del embarazo, Ley Sancionada por las Cortes en 2010.

Últimamente los ánimos están algo soliviantados. Deben ser las elecciones que acechan. Por eso, dicen por ahí unas cosas que ponen los pelos como escarpias.

Así que antes de nada, dos cuestiones. La primera, que nadie me ha ordenado hacer este post, y menos ningún partido político aunque algunos rancios estarían encantados de que nos plegáramos a hacer lo que un partido nos dice. En este blog hay una directora, Beatriz Peña, y unas cuantas periodistas que no decimos “si bwana” a la primera de cambio. Este post sobre el aborto ha sido consensuado entre la directora y yo. Nadie me ha dictado lo que debo escribir.

Segundo: que quede claro y meridiano que una mujer embarazada sabe perfectamente lo que lleva dentro. Y que lo que ha dicho el señor Pablo Casado, líder del PP y candidato a la presidencia del Gobierno, sobre que “es bueno que las mujeres embarazadas sepan lo que llevan dentro” quiero entender que es una frase que se le ha escapado (?). Señor Casado: ¡como para no saberlo! Que nadie nos diga lo que es un embarazo que lo sabemos perfectamente, y las clases magistrales se dan en el aula magna (como su propio nombre indica) de la Universidad.

La interrupción voluntaria del embarazo se legalizó por primera vez en España durante la República y hasta 1937, y el régimen franquista la suprimió en ese año. Ya con la democracia, se aprobó la primera ley en 1986 en tres supuestos: riesgo grave para la salud física o psíquica de la mujer embarazada (supuesto terapéutico), violación (supuesto criminológico) y malformaciones o taras, físicas o psíquicas en el feto (supuesto eugenésico). En 2010 se amplió, permitiendo el aborto libre antes de las 14 semanas bajo los requisitos de que la interrupción del embarazo la practique un médico especialista o bajo su dirección, que se lleve a cabo en centro sanitario público o privado acreditado, y que se realice con el consentimiento expreso y por escrito de la mujer embarazada o su representante legal. Además, la ley contempla algunas excepciones por causas médicas.

Hasta aquí lo que dice la ley, que en ningún momento obliga a nadie a abortar ni muchísimo menos. Lo que hace la ley es ofrecer a los ciudadanos las herramientas para que las utilice cuando crea que son necesarias y, en ningún momento, le dice a ninguna embarazada que se quite de en medio al hijo que lleva en su vientre. Aquellas mujeres que han tenido que interrumpir su embarazo han sufrido y no todas lo superan. Y si lo han hecho sus razones tendrán y los demás no somos nadie para juzgar sus actos.

aborto

La periodista Oriana Fallaci escribe sobre una mujer que se enfrenta al dilema de dar vida o negarla. Carta a un niño que nunca nació fue escrito en 1975.

En 2017 hubo 94.123 interrupciones de embarazo, 21.691 abortos menos que en 2008 cuando estaba vigente la ley de 1986. Mucho antes, cuando en España era delito el aborto, en los años 70 y 80 del siglo pasado, las mujeres que podían viajaban discretamente a abortar sobre todo en Inglaterra. Abortar en Londres costaba un dineral. Las que no podían permitírselo lo hacían de manera clandestina en su ciudad con las complicaciones médicas que suponía el asunto y el riesgo de que alguien te denunciara.

Afortunadamente, las leyes nos amparan, que es lo que tiene que hacer una ley, y la del aborto ayuda a las que, por la razón que sea, no quieren seguir con su embarazo porque nadie tiene el derecho de decidir por otra persona.

Es una buena noticia que haya una ley que ampare el aborto o lo que sea, porque las leyes están para eso, pero no obligay ninguna mujer va a abortar simplemente porque exista una ley. Quien no lo desee no lo hará nunca y quien lo necesite echará mano de ella para evitar cirugías clandestinas, viajes relámpago con el miedo metido en el cuerpo y un sentimiento de culpa excesivo. Ya es bastante tener que abortar como para hacerlo de tapadillo.

Las mujeres seguimos dando pequeños pasos en una sociedad que avanza a pasos agigantados. Ya es el momento de no tener que pedir perdón por usar nuestro derecho a decidir si queremos ser madres.

El derecho a elegir es la mayor muestra de libertad. Viene al pelo la frase de la escritora británica Evelyn Beatrice Hall, erróneamente atribuida a Voltaire: Estoy en desacuerdo con lo que dices, pero defenderé hasta la muerte tu derecho a decirlo”.

P.D.: El niño de la ecografía de la foto de portada sí llegó a nacer; es mi hijo.