La ratio de devoluciones por error de talla es uno de los retos a resolver del comercio electrónico.

A estas alturas de vida, probablemente te hayas sentido tentada de comprar ropa por internet ‘a golpe de clic’. La comodidad emite unas invitaciones prácticamente irresistibles, para qué negarlo, aunque ¡ojo! no está exenta de dilemas ‘morales’. Debates aparte, eso de no poder probarte la prenda te reconcome. Más que nada porque luego la tendrías que devolver, y adiós comodidad.

Pues bien: muchos portales de e-commerce están implantando una tecnología capaz de recomendar la talla como lo haría una persona física. Mejor, probablemente, puesto que se ciñen a datos cuantitativos: altura y peso, y los gestionan a través de algoritmos de isomorfismo que son la base de su innovación.

uSizy es uno de estos ‘asesores digitales’. Esta herramienta forma parte de la estrategia de ventas de muchas tiendas online, y es tan útil para el consumidor como para el punto de venta. Win-win situation, que dicen por ahí. Te explicamos cómo hace sus cálculos para que recibas lo que te queda como un guante.

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Si te has animado a comprar ropa por internet alguna vez, habrás visto la clásica guía de tallas, que incluye parámetros como la altura y otras medidas como la del pecho, cintura, pierna… Datos, digamos, poco ‘realistas’, puesto que la mayoría de la gente es incapaz de recordar el número de pie de sus propios hijos, como para saber cuánto les mide el muslamen.

Así, herramientas como uSizy se basan en un algoritmo de afinidad similar al de Spotify, Amazon y demás aplicaciones imprescindibles de la vida moderna. Básicamente, recopilan miles y miles de medias y tallas validadas por prenda y las compara con las medidas básicas de un cliente potencial para hallar la talla más afín a su perfil. Cuanto más se usa, mejor funciona, igual que el descubrimiento semanal de Spotify se va afinando según tus gustos.

Mola, ¿no? Dar seguridad a los posibles clientes es sin duda una pata importante para que fluya el consumo. Y es sólo el principio. En el futuro, quizá las pantallas sean capaces de leer nuestras retinas y mostrarnos únicamente la ropa que nos favorece en términos de patrón y color.