Funciona por ultrasonidos, se realiza en una única sesión compatible con la vida y ofrece un resultado progresivo que no modifica la expresión natural. Y sí: es la bomba.

Lo probé hace un par de meses, el tiempo indicado para percibir el poderío del tratamiento. Lo mejor de Ultherapy, de Merz Aesthetics, es que además del gratificante efecto tensor inmediato, va trabajando en las capas profundas de la piel para estimular la producción de colágeno y elastina en las células, por lo que los beneficios, cual humildes moneditas en un plan de pensiones, van creciendo y creciendo.

¿La clave? Su exclusiva tecnología de ultrasonidos con ecógrafo, dispositivo que permite saber en qué capa de la piel se está trabajando. No en vano se presenta como el ‘lifting sin cirugía’ y ya es el tratamiento estrella de celebrities como Jennifer Aniston (quien se lo ‘suministra’ una vez al año desde que lo descubrió), Eugenia Silva, Paula Echevarría o Blanca Suárez.

No invasiones ‘bárbaras’ aparte, Ultherapy tiene muchas ventajas. Te lo hacen en una sola sesión y el resultado dura un año. Al actuar en un plano profundo de la epidermis, la cosa va fluyendo y potenciándose ella solita puesto que repara los tejidos y ayuda a crear colágeno. Levanta de manera notable -y natural- rasgos con tendencia a la caída como las cejas, los pómulos o el mentón. Y, sobre todo, no altera la expresión natural del rostro, sino que da el aspecto descansado de las vacaciones, del romance, de dormir 8 horas religiosamente, de vivir en un monasterio y tener un espíritu elevado… En fin, que te pone buen careto y encima mejora la calidad de la piel.

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Y ahora, lo peor. Ultherapy es un ‘cachivache’ de ultrasonidos, no un amasamiento facial realizado por unas manos de hada. Molesta un poco, pero ¡ojo! Estamos hablando de ‘molestia’ con lo que implica ese campo semántico (y me perdonan la pedantería). Todo depende del umbral del dolor de cada quien; desde el mío puedo decir que se siente una especie de pellizco localizado perfectamente tolerable. La cara se trabaja por cuadrantes y el ecógrafo controla la localización e intensidad del ‘disparo’, por lo que la seguridad del tratamiento está garantizada -siempre que se trate, un poquito de por favor, de la máquina de Merz Aesthetics y no de una imitación-.

Una vez pasado el trance te reincorporas a la vida normal inmediatamente. Se puede notar cierta molestia en el rostro, pero no de manera espontánea, sino como consecuencia del tacto. A mí me duró aproximadamente un par de semanas. De nuevo, una sensación llevadera -he tenido que hacer memoria para recordar este avatar-.

El precio del tratamiento es otro de los posibles inconvenientes. No es barato, y como siempre en estos casos, corresponde a cada persona equilibrar sus anhelos médico-estéticos con las posibilidades de su bolsillo. Una vez hecho esto, lo único imprescindible es elegir un especialista avalado.

La máquina de Merz Aesthetics está en los mejores centros de medicina estética de España; el precio varía en función de las zonas a tratar (ojos, mentón…), pero puede estar en torno a 2000 euros para todo el rostro.

Una vez al año… valore usted el ‘daño’ 😉.