M·A·C vaticina una temporada arty y a todo color con un código clave: la libertad.

Libertad es un concepto ambicioso. Sobre todo, si lo aplicamos al maquillaje. Sin embargo, la misión no es nueva para M·A·C, firma conocida por su proverbial rotura de lanzas en cuestiones de género y aspecto físico. Este año, dan un paso más en su andadura y responden sin vacilar qué significa libertad en términos de cosmética decorativa.

Libertad, reivindica M·A·C, es libertad de expresión. Libertad de decisión. Libertad normativa. Libertad de ser uno mismo. Libertad de espíritu.

Con estas apetecibles premisas, se ponen el mundo por montera y plantan cara a ideas predefinidas sobre la belleza, como la obsesión por ser sexy, sofisticada o elegante, apostando por una cualidad mucho más interesante: cómo te hace sentir el maquillaje que te pones. Creatividad al servicio de la actitud, al servicio de dar un significado a la técnica de aplicación del colorido para que cada quien se conecte emocionalmente con ‘el pote’.

En otras palabras: M·A·C lo ha vuelto a hacer.

Simbolismo

Bajo este nombre, la firma propone abrazar el poderío del color, la densidad y la textura, jugando con formas insólitas que catapultan el rostro a otra dimensión. ¿Se acabó el eyeliner de toda la vida?

Expresionismo abstracto

El negro aporta una identidad muy potente. Subraya los rasgos de esa manera incontestable que dice ‘yo no te molesto a ti, tú no me molestes a mí’. Ya sea en su manifestación más lánguida, como la más misteriosa, el negro es una de las tendencias de la temporada. Palabra de M·A·C.

Realismo

Ser uno mismo debe estar muy bien. Lo recomienda mucha gente, se ve que por alguna razón nos cuesta eso de la ‘mismidad’. En maquillaje, se entiende como ir bastante natural con pequeños toques que aportan fuerza a la cara. Algo como un nude inteligente.

Impresionismo

El maquillaje se alinea con el movimiento artístico que exploró cómo los transitorios efectos de la luz y el color conforman un resultado cautivador. El objetivo es evocar una atmósfera concreta a base de suaves nubes de pigmento. El glitter, que no falte. Ni, por supuesto, el guiño a la serie Euphoria. Un canto a la autenticidad de lo imperfecto.