El fenómeno Olaplex por delante y por detrás.

Es muy probable que te suene ‘el tal Olaplex’, bien porque arroja 18 millones de resultados en Google, o bien porque te lo han ofrecido en tu peluquería de confianza.

El popular fenómeno (amén de tratamiento) se presenta como el último avance científico para pelos destrozados por coloraciones, planchas, keratinas y demás procesos agresivos.

Promete reconstruir la fibra capilar mediante un único ingrediente: el Bis-Aminopropil Diglicol Dimaleato, un principio activo que reconstruye los enlaces de disulfuro que se rompen cuando le metemos caña en aras de transformar su verdadera naturaleza.

Existen dos maneras de acceder a este apetecible ‘milagro’: en el salón de belleza, donde te lo aplicarán con la mayor garantía de éxito posible, o en casa, donde tendrás que experimentar tú sola y pedirte responsabilidades si te sale mal.

Me he puesto el disfraz de peluquera y este ha sido el resultado.

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Como persona humana con pelo, con tiempo limitado y con claras preferencias sobre dónde invertir ‘los dineros’, reconozco que ir a la peluquería me inspira una pereza sobrenatural. Intento (y consigo) limitar las visitas a lo mínimo necesario. Sin embargo, también albergo la secreta ambición de tener el pelo presentable, y jamás conseguiría acercarme ni remotamente a la pericia de un profesional.

En el juego está la virtud del equilibrio, así que, después de valorar la situación bajo estos dimes y diretes ‘filosóficos’, decidí comprar un coqueto (y auténtico) kit de viaje de Olaplex con los productos 1 y 2 para poder conjugar todas mis apetencias con los designios de la vida moderna.

Seduce en primera instancia que el uso del pack sea MUY sencillo. Extremadamente sencillo, no requiere herramienta alguna, ni habilidad conocida, hay muchos tutoriales en Youtube y ríos de tinta para leer hasta altas horas de la madrugada. En cierto modo, es como lavarse el pelo y ponerse mascarilla, lo que te da la sensación de que, si sabes usar Google, sabrás usar Olaplex. Sin embargo, no es tan evidente.

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El fabricante recomienda diluir el paso 1, un líquido amarillo que huele muy bien y que no presenta toxicidad de ningún tipo (como el resto de la minimalista gama Olaplex), en cierta cantidad de agua. Si tienes el kit en casa, puedes ir variando esta cantidad para adaptarlo a tu pelo, puesto que los 90ml recomendados se quedan un tanto largos para melenas escasas.

Hay que empapar perfectamente toda la melena. Se aplica sobre seco para ver bien la saturación. Puedes ponerlo en un platito e irlo empapando, usar un pincel, aplicarlo con las manos, sumergir la cabeza… Lo que te resulte menos engorroso, no temas montar un circo.

Se deja reposar unos minutos (Olaplex recomienda 5, pero mucha gente lo deja 10 o 15), y, sin enjuagar, se aplica una generosa cantidad del paso 2 sobre toda la melena. Este ‘emplasto’ se puede dejar ad infinitum, teniendo en cuenta que, a partir de los 45 minutos, deja de actuar.

Sensaciones: mi primera aplicación (chispas) fue exactamente como ponerse agua. Ni un solo efecto reseñable sobre mi pelo poroso y ciertamente baqueteado por coloraciones y tratamientos ‘locos’. Y lo hice todo tal y como recomienda la casa. Un encuentro de bruces con la realidad del ‘for professional use only’.

Una de las ventajas de tener los productos en casa es que permite repetir sin dar pábulo al desaliento. La constancia puede ser la clave para combatir la frustración de no ver resultados desde el primer día; en mi caso, repetir este proceso una vez al mes me ha dado resultados. Aunque no espectaculares, sí tengo el pelo más manejable, menos chicloso y con mejor aspecto en general, sobre todo tal y como me quedó tras mi última reconversión al rubio.

Además, tengo el paso 3, un producto de pre-tratamiento que se aplica una vez por semana sobre el pelo húmedo, se deja reposar el tiempo que apetezca -hasta 12 horas- y se aclara para proceder al lavado y acondicionado normal.

¿Vale la pena? Si reúnes condiciones similares a las mías (pelo mocho, pereza ante la pelu, disposición al juego, tolerancia al fracaso), sí. Sale más económico, te puede parecer más divertido y siempre te podrás poner en casa la música que te apetezca, incluso puedes hacer twerking con tu Olaplex puesto.

Si quieres que te quede perfecto desde la primera aplicación, pelu al canto sin duda. Por lo que he leído a usuarias que han hecho doblete de test (casa y salón), la ‘magia’ que ejerce la mano del profesional es decididamente inimitable. Es probable que te recomienden mantenimiento con el paso 3 y con el champú y acondicionador (pasos 4 y 5).

Si lo pruebas, ¡cuéntanos!