He probado las inyecciones de ácido hialurónico para estimular el rostro y potenciar los ángulos con naturalidad.

El paso del tiempo tiene un notable impacto en la cara. Sé que esto no es el descubrimiento de la pólvora (aunque sí el del ácido hialurónico), pero de alguna manera he de contextualizar lo que la fuerza de gravedad, el cansancio, los enfados y la tristeza van haciendo en nuestros ‘caretos’. Por un lado, el rostro va perdiendo volúmenes debido al natural desplazamiento de la grasa, y las emociones, sean las que sean (la alegría también arruga, conste), van dejando su huella.

Hay quien no quiere modificar en absoluto su aspecto. Por las razones que sea. Para quienes no están del todo conformes con esta realidad ‘gravitatoria y emocional’, existe la medicina estética, un recurso de lo más agradecido para mantener los tejidos.

A estas alturas de vida, las técnicas y los materiales con los que se trabajan han avanzado en pos de resultados naturales y sostenibles. Me juego un chalet en La Manga del Mar Menor a que hay mucha gente en tu entorno que se trata con cierta frecuencia, y tú no lo notas. Porque la medicina estética, bien hecha, produce una mejoría notable, pero nadie sabría decir exactamente si es porque te has rellenado el pómulo o porque te has cambiado la raya de lado. Nada que ver con esos rostros vitrificados que, a pesar de todo, se siguen viendo ‘por ahí’ y que producen tanto espanto (y temor).

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Lo más relevante de Contour Lift es que se basa en los códigos de Mauricio di Maio, cirujano plástico brasileño que ha reforzado las bases de la naturalidad con su trazado de puntos de elevación del rostro. Esencialmente, se trata de personalizar los puntos donde se inyecta estratégicamente el ácido hialurónico observando cómo gesticula cada rostro. Como él dice, las caras son libros escritos en idiomas desconocidos, y están compuestas por capítulos, párrafos, frases, palabras… Su código es un lenguaje, prácticamente un diccionario, para que los médicos puedan leer los mensajes que esconde cada una.

En Dorsia siguen esta hoja de ruta para rejuvenecer el rostro. No sólo se trata de tener un buen material de relleno (y Radiesse, de Allergan, cuenta con todos los avales), sino de saber dónde ponérselo a cada cual.

Tras el momento fotos estilo penitenciario (de frente, de los dos perfiles, todo ello pegada a una tela negra), y haberme enfadado, sonreído, entristecido, y demás expresiones del día a día, la doctora de Dorsia traza mi mapa emocional con un lápiz para saber dónde inyectar para rejuvenecer mi cara sin que pierda un ápice de expresión. El material de relleno es un ácido hialurónico de distintas densidades y concentraciones que se va acomodando bajo la piel.

El material incluye anestesia. No duele, pero sí ‘molesta’, y hace un ruido un poco inquietante. En cuestión de 10 minutos  (de pinchazos), estás lista para volver a tu vida donde la dejaste.

Las molestias duran un par de días. Puedes sentir que tienes la cara adormecida, o incluso no notarla en absoluto. Es una sensación normal que desaparece pronto, así como la inflamación.

El resultado, aun en estos días de hinchazón, es tan sumamente natural, que pasará desapercibido a parejas, madres, padres, hijos, amiguos, mascotas… Una vez se asienta del todo el producto, que va captando agua tranquilamente a lo largo de un año, te verás el rostro más joven, dulce y descansado. Después, el material se reabsorbe.

¿Recomendable? Si estás en el grupo de quienes apuestan por los retoques naturales, sí.

Precio: 1.500 euros. 

Tienes todas las direcciones de Clínicas Dorsia en su página web. Están por toda España.