Se abre el telón y sale una mujer -que no está en una pelu- portando unas tijeras del pescado. ¿Cómo se llama este gran éxito de la desescalada?

‘Titanic’, querida compañera de desescalada -y de peregrinaje a la pelu-. Se llama ‘Titanic’. ¿Qué mejor que una gran tragedia en un viaje inaugural para denominar los experimentos con el propio pelo que se han llevado a cabo durante el confinamiento?

Que si me afloran las canas, que si se me desbrozan las capas, que si la mecha se desluce, que si me aburro y me decoloro porque yo lo valgo… La necesidad puede ser mala consejera y conducirnos por oscuros y tortuosos caminos, pero cuando es el tedio quien nos da sus sugerencias al oído, el resultado puede ser de echarse a temblar. Y también de echarse a reír.

Entre unas cosas y otras, hemos vuelto a la pelu como quien vuelve al amor. No éramos pocas quienes bramábamos por que llegara la desescalada para fusionarnos en un emotivo saludo a dos metros de distancia con nuestros estilistas antes que para sentir el calorcillo corporal de los consanguíneos.

La peluquera Diana Daureo nos cuenta los desaguisados más hilarantes (y de arreglo más demandado) que ha visto estos días de desescalada capilar en su sacrosanto espacio -en el que, by the way, ¡yo ya he salido a flote con lo mío! -. ¿Te representa alguno?

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El auto-corte de puntas o los renglones torcidos de Dios

“Según nuestras cuentas”, explica Daureo, “1 de cada 5 clientas se han cortado las puntas ellas mismas durante el confinamiento. Excepto en algún caso de melenita bob corta con resultado muy irregular, la mayoría se pueden arreglar en la primera visita manteniendo el largo. Quedan como si nunca se hubiesen metido la mano ellas mismas”.

Taparse las canas: el gesto más repetido

El apaño más visto en la pelu de Diana Daureo es también uno de los más problemáticos. Sobre todo, en los casos en los que no eran monocolor, sino con técnicas más complejas como reflejos, mechas, degradados de tono… “Estos necesitan ahora un proceso bastante largo, en general, para recuperar el aspecto previo”, lo que significa… más visitas a la pelu. Oye, sarna con gusto…

Mechas: la bomba que va a estallar

Desde aquí aplaudo a quien se haya atrevido a dar este paso, porque realmente hace falta valor. “El fallo que más hemos visto”, comenta la peluquera, “son manchas o mechas demasiado gruesas ‘escondidas’ en la parte trasera de la cabeza. Se arreglan con facilidad en la pelu, pero el trabajo requiere más tiempo porque tenemos que ir corrigiendo el grosor de esas mechas aplicando otros tonos”.

Decolorarse el pelo: el último escalón

La idea de un cambio radical en medio de una situación insólita y extrema puede parecer una buena idea. Sin embargo, “se puede arreglar, pero tras varias horas de trabajo intenso. Más que en el plano del color, lo difícil es recuperar la salud del cabello, puesto que, sin conocimientos precisos sobre el tiempo de exposición, la fibra capilar puede fragilizarse y deshidratarse en extremo”.