En los últimos años, el mercado ha realizado una clara apuesta por la cosmética natural, en muchos casos empleando estrategias de marketing que desprestigian la industria química y que generan quimiofobia en el consumidor. ¿Es tan tóxico todo lo que desluce?

El claim toxic free, de cuño reciente y presencia ‘hasta en la sopa’, identifica los cosméticos que evitan sustancias ‘delicadas’, esencialmente químicos con potencial de dañar la salud. Sin embargo, esta advertencia, que persigue informar al consumidor, puede generar un temor enfermizo -conocido como quimiofobia- a las sustancias sintéticas. ¿Qué es realmente una sustancia tóxica? La industria de la cosmética, que es de las más reguladas del mundo junto con la alimentaria, ¿aceptaría incluir sustancias dañinas en sus productos?

quimiofobia-2

“El abuso del claim ‘libre de tóxicos’ o ‘libre de químicos’ ha hecho caer al consumidor en una confusión totalmente comprensible que desemboca en una ‘quimiofobia’ muchas veces infundada, y/o creer erróneamente que un compuesto de procedencia natural es totalmente inocuo por el simple hecho de serlo”, nos cuenta la co-creadora de Alice in Beautyland Eva Raya.

Es probable que esto rompa con tus esquemas beauties, pero lo cierto es que el origen natural o sintético no implica que un compuesto sea más o menos seguro. Otra cosa es la filosofía y valores de cada marca. Y, por supuesto, otra cosa es la biocompatibilidad con la piel, la efectividad del ingrediente activo y los beneficios que sea capaz de reportar.

¿Sabías que el Aloe Vera, compuesto más natural que la leche materna, está hasta arriba de sustancias químicas que ninguna etiqueta del mundo mundial refleja?

El agua, sin ir más lejos, está llena de minerales y otras muchas sustancias, especialmente si no está purificada. La estructura está formada por compuestos químicos. Así que, ¿qué diablos es un producto ‘natural’? 

“Aunque sobreentendemos lo que es un producto natural, surgen discrepancias a la hora de definirlo. Esta es una de las razones por las que hace 2 años salió la tan esperada normativa ISO 16128, que consensua internacionalmente la definición y criterio de un producto natural para uso cosmético, ya que tanto en la naturaleza como dentro de un laboratorio todo es química, todo está compuesto por átomos y moléculas. Desde entonces, un producto cosmético puede calificarse como natural conforme a esta ISO, y existen certificadoras privadas con distintos requisitos si lo que se busca es una identificación concreta. Pero independientemente de todo, es importante señalar que dentro de la Unión Europea existe una legislación en materia de seguridad de igual cumplimiento para todos”.

En cuanto a los parabenos, los alérgenos en perfumes sintéticos, las siliconas y otros ingredientes controvertidos que muchas (muchísimas) marcas se esfuerzan por evitar (y por hacer de ello su bandera y casi su principal argumento de venta), tampoco podemos extraer conclusiones precipitadas. Eva Raya lo explica así: “no todo es blanco o negro. Siempre se descubren parámetros nuevos que ofrecen un enfoque distinto al que se daba por válido, y cualquier duda sobre cualquier ingrediente natural o sintético debe ser evaluado minuciosamente por la comunidad científica. Los conservantes, por ejemplo, no son ingredientes que ‘aporten’, sino que ‘evitan’, y suele haber mucha polémica con ellos, además de desatar una declarada quimiofobia. Pero es importantísimo recalcar que son absolutamente necesarios en algunos productos con ingredientes no inertes especialmente con base acuosa, en donde no encontrarlos sí debería ser motivo de preocupación. El agua es caldo de cultivo de hongos y bacterias y no es un tema para tomar a la ligera, la seguridad ha de ser incuestionable. Los parabenos de cadena larga están prohibidos y hoy por hoy no se encuentran en ningún cosmético legal. Los que se permiten son los de cadena corta. En la naturaleza también existen parabenos en frutas y verduras especialmente en algunas bayas o el extracto de las flores Lonicera Japonica o Lonicera Caprifolium de las que se extrae el ‘japanese honeysuckle extract’”.

¿Conclusiones? La industria de la cosmética es una de las más reguladas. El uso del ‘sin’ debe ser muy medido y siempre con cualidad informativa, desconfía si percibes que con ello se busca denigrar a los competidores. Existen sustancias más beneficiosas que otras en función del resultado que queramos conseguir en la piel, pero cualquier alegación positiva o negativa de cualquier producto debe hacerse sustentada por fuentes fiables, y con datos verificables de evaluaciones de expertos.