Piensa en los dones o en las ‘suertes’ de tu vida por las que sientes gratitud. ¿Verdad que te sientes bien instantáneamente, además de más feliz y plena?

Poner en práctica la gratitud no consiste en adocenarse la cabeza de ‘positive thinking’ (pensamiento positivo) de garrafón, sino en ‘entrenar’ la mente para sentir agradecimiento por todas las cosas buenas de tu vida. Es probable que no hayas reparado en la mayor parte de ellas. Así que, primero que todo, vamos a aprender a percibir y valorar.

Gratitud

Cómo entrenar a tu dragón la gratitud

La idea es poner foco en las principales razones por las que de verdad te sientas agradecida. En determinado momento de tu vida, puede que el simple hecho de levantarte por la mañana bajo un techo y darte una ducha sea una cima de la estabilidad y eso te haga sentir gratitud. En otro, quizá lo sean tus hijos, tu pareja, tus padres, tus amigas, tener trabajo, poder irte de viaje, haber superado una enfermedad…

Piensa en 5 razones con las que de verdad conectes emocionalmente. Cosas que, de solo evocarlas, te hagan sentir que se te calienta el corazón y le salen alitas de querubín. Cuanto más concretes, más fácil te será sentir esa conexión emocional y que tu cerebro haga ‘clic’ y te llene el cuerpo de endorfinas de bienestar.

El momento adecuado para esta práctica puede ser cualquiera en el que tengas silencio y tranquilidad. En general, suele ser recomendable hacerlo antes de levantarte de la cama (para empezar el día con el ímpetu del viento) o antes de dormir (para entregarte al sueño con el estrés del día a raya). Los beneficios son inmediatos. Y, a largo plazo, es probable que te notes más abierta, compasiva y generosa, además de más comprensiva y con el gatillo del perdón, otra gran ‘técnica’ del corazón, de arranque fácil. Gracias a la vida, que me ha dado tanto