La casita de Wendy es una firma española de moda sostenible y artesana que combate la fast fashion a base de hostias principios como panes.

Llevo tiempo observando la trayectoria de La casita de Wendy con prurito de periodista quisquillosa y jamás han dado un paso en falso. Tienen un plan, y lo cumplen a rajatabla.

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Prendas sostenibles, artesanas, de tejidos duraderos, diseñadas con humor, ternura e ingenio y cosidas en talleres locales en condiciones de trabajo justas. Como imagino que te habrá entrado estupor ante estas maneras ‘tan del siglo pasado’, te dejo unos segundos para que te recuperes del pasmo.

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Un vistazo rápido a los diseños de Inés e Iván, padres de la criatura, podría hacer pensar que se proponen vestir a las pizpiretas Amélies que recorren las calles españolas (o allende nuestras fronteras). Algo que bordea ligerísimanente la ñoñería, vaya. Nada más lejos de su intención. Bajo esa apariencia onírica y de patrón más bien recatado, como de no haber roto un plato en la vida, se esconde lo más punk de la industria de la moda. No sabemos bien dónde queda la choza de Wendy, pero lo más probable es que se erija en las mismísimas antípodas de Arteixo (guiño, guiño).

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Las prendas de La Casita de Wendy son súper femeninas. Inspiran emociones fuertes y duraderas. Sus diseños están pensados para propiciar un cotidiano agradable, sin que te apriete la cinturilla ni te tengas que andar recolocando el escote cada dos por tres.

Llega una edad, que puede no relacionarse en absoluto con la fecha de nacimiento, en la que lo que quieres es ir mona, cómoda, personal y, sí, llamativa, pero no como J.Lo. en los Grammy. Llega una edad en la que quieres comprar ‘poco y bueno’. Llega una edad en la que quieres llevar ropa que te dé buen rollo.

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Si además resulta que te has propuesto tomar decisiones con visión de futuro, de esas que afectan al medioambiente y a la calidad de vida de otras personas, sin duda esta puede ser una de tus marcas de ropa de cabecera.

En La Casita de Wendy te lo tienes que tomar con calma. Al no ser una mastodóntica fábrica de churros ropa, te puede llegar a parecer que la renovación de temporadas va más lenta de lo que estás acostumbrada, porque efectivamente hay dos temporadas, no dos que parecen cuarenta. Slow fashion hecha con honestidad, voluntad y gracia. Moda atemporal, de la que vuelve al armario año tras año y con la que es un placer volverse a encontrar en los cambios de estación.

Puedes encontrar sus diseños en su página web.