El relleno con ácido hialurónico difumina por completo la cavidad subocular conocida popularmente como ‘ojeras’. Probado (y aprobado) por esta que suscribe en Clínicas Dorsia.

Llega un momento en la vida en el que las ojeras no se van, por apacible y prolongado que sea tu sueño nocturno, por bien que te alimentes o por mucha agua que bebas. Ofrecer un tratamiento adecuado a esta casuística es uno de los objetivos de la medicina estética, y el relleno con ácido hialurónico, una solución eficaz para casi todos los casos.

Las ojeras, ¿nacen o se hacen? La piel del contorno de ojos es hasta 5 veces más fina que la del resto del rostro, y por esa razón es la primera en acusar los signos de envejecimiento (ojeras, bolsas, patas de gallo, flacidez del párpado superior…).

Sin embargo, y como en el caso de las canas, las ojeras no siempre se corresponden con la edad. En la inmensa mayoría de los casos se vinculan a patrones genéticos, alteraciones hormonales, malos hábitos alimenticios, exceso de estrés o tabaquismo. Sea cual sea la causa raíz, el resultado en la cara es siempre el mismo: cansancio. En el peor de los casos, el mío sin ir más lejos, incluso un poquito de tristeza y decaimiento. Hasta aquí podíamos llegar.

Existen dos tipos de ojeras: pigmentadas (ojeras azuladas) y estructurales (ojeras hundidas desde el hueco ocular hasta el pómulo). También podemos hablar de un tercero que surge de la fusión de ambos tipos. Todos tienen tratamiento médico-estético satisfactorio, yo misma lo he probado con éxito en mis propias carnes, y vengo dispuesta a contarlo TODO.

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En cierto modo, un médico-estético es un poco ‘dios’ (por aquello de que recrea), pero también es un albañil. Hay que pensar como uno de ellos para reconfigurar los volúmenes. En el caso de las cavidades en el rostro, disponemos de ácido hialurónico de distintas reticulaciones para rellenar y reconstruir allí donde hace falta. Este material biocompatible se acomoda donde se inyecte y empieza a hacer lo que ya sabes que hace el AH: captar agua como un descosido. Una vez cumplida su función, se reabsorbe y vuelves a la casilla de salida; todo esto sin efectos secundarios de ningún tipo.

Tras el análisis de mi situación ojerosa (cavidad y algo de pigmentación), el Doctor Daniel Ávila me explicó la técnica que iba a utilizar. Actualmente, el relleno de ojeras se realiza pinchando con aguja sobre la propia ojera (técnica que ya había probado con anterioridad con menos éxito) o empleando una cánula, que se aplica desde el pómulo o alguna otra entrada estratégica. Este último método fue el que probé en las delicadísimas manos del Doctor Ávila, quien me pinchó de un modo que no se puede comparar ni con el de la picadura de un mosquito (prácticamente en el umbral de percepción de que algo está pasando en tu cara) y con una pericia remarcable.

Desde esa entrada en el pómulo, Daniel Ávila introdujo el ácido hialurónico hacia mis ojeras y lo fue manipulando hasta rellenar por completo la cavidad. El resultado es inmediato, confiere aspecto de descanso y dura de 6 meses a 1 año. Depende de tu estilo de vida y de tu propia capacidad de absorción del ácido hialurónico.

Tras la infiltración, notarás la cara un poco ‘alterada’ y molesta. Al día siguiente puedes estar un poco inflamada.

Como siempre en medicina estética (y en cualquier tratamiento de belleza), lo más importante es la calidad de los productos y la profesionalidad del experto. Una diferencia milimétrica en la inyección puede ofrecer un resultado menos satisfactorio, cuando no directamente catastrófico. En este caso, fui informada de cada paso por el Doctor Daniel Ávila con prolijidad de asesor y me sentí en muy buenas manos. Recuerda su nombre el día que te dé por pasar por este trance: yo le tengo en mis oraciones.

Lo probé en Clínica Dorsia Zurbano.

Precio: 325 euros. 

Zurbano, 70.

28010, Madrid.

Tel: 91 060 72 32