La carboxiterapia consiste en inyectar dióxido de carbono medicinal en el área a tratar: las ojeras en este caso. Una intervención de medicina estética que pone en claro la zona y rellena la depresión. Ojo, no vale para bolsas.

La carboxiterapia es una de las soluciones más eficaces para tratar las ojeras en sus parámetros más irritantes: la coloración y el surco.

No es necesario que te describa las ojeras para que visualices el aspecto que suelen presentar. Mendel tiende a ser razonable repartiendo dones y, aunque la naturaleza te haya adornado con un sinfín de cualidades, a determinada edad puede que no sea suficiente con conciliar una genética prodigiosa con la vida monacal (tan soporífera, por otro lado).

La receta para no tener ojeras es tan básica que la podemos repasar en un pis pás: consiste en ser muy joven, comer alimentos frescos, beber mucha agua y dormir una barbaridad de horas. Pan comido, ¿a que sí? Si eres muy joven estás de enhorabuena: te puedes saltar todo lo demás.

En Belleza Pura te hemos hablado del relleno con ácido hialurónico para tratar las ojeras, una técnica eficaz para abordar el surco que no termina de ofrecer un resultado tan bueno en la coloración violácea de la ojera, que es fruto de una circulación sanguínea deficiente.

Tras ofrecer mi cuerpo a la ciencia (una vez más) en aras de probar los tratamientos que realmente operan un cambio, puedo decir que la carboxiterapia es una técnica que ofrece una mejora relevante en los dos criterios ojerosos: tono y surco. En casos en los que el surco sea muy pronunciado, puede ser interesante combinar ambos tratamientos, el relleno y la ‘carbo’. Tu médico estético de confianza te recomendará lo que sea mejor para tu caso concreto.

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Clínica Chamberí Dental

Así viví yo la experiencia en Chamberí Dental, clínica que hibrida los cuidados dentales con la medicina estética bajo la batuta de la doctora Paloma González.

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Aspecto del ojo una vez se inyecta el gas

Cómo es el tratamiento para ojeras con carboxiterapia

Esto te lo cuento volando: una inyección, dos como mucho en cada ojo, de dióxido de carbono medicinal. No duele nada, pero sí se nota la presión que ejerce el gas al entrar y da un poco de ‘cosa’. “Paloma, pero ¿esto es bueno para el ojo?”, pregunté con inquietud al percibir que se me ponían saltones como los de un sapo. Y sí, tranquila, el gas no afecta a ninguna zona sensible y se reabsorbe, por lo que no deberías notar más que un impacto positivo en la tersura de la piel y el color de la ojera. Impresiona durante unos segundos, pero no hay ningún peligro.

Tras las inyecciones, te aplican unas gasas empapadas en agua fría para que la cosa vaya bajando un poco. Lo normal es estar muy hinchada durante 10 minutos, que se reabsorba enseguida y te vayas con una inflamación sutil que sólo te notes tú. Eso y algún posible hematoma por el pinchazo.

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Hasta aquí todo fetén. Pero ¿y si las cosas no salen tal y como esperamos?

Lo habitual en una Clínica médico-estética confiable es que las cosas salgan bien, pero para todo hay una excepción. Este fue mi caso. Por más que se empeñaron en la clínica, y doy fe de que hicieron lo que estaba en su mano, la inflamación de mi ojito derecho no bajó ni a tiros. Tras pasarme unos cuantos minutos con la gasa puesta y la zona amasada por manos expertas sin notar mejoría, me eché a las calles tal y como estaba: incómoda y con un ojo como los de Jabba el Hut.

Ya en la oficina, me apliqué frío con una lata de Mahou bien fresquita. Apetecible y todo. Desde la clínica me prestaron atención y asesoría en todo momento, así que fui encajando la situación en el marco de lo-que-a-veces-pasa. Me fui masajeando tal y como me recomendaron y aplicando frío con la lata, pero lo que realmente funcionó fue dejar pasar el tiempo: 48 horas para recuperar la pinta de madre de familia que no se da de ‘yoyas’ a la salida del cole (siempre que no me provoquen, ¿eh? Yo por mi Andreíta ma-to).

¿Compensa? Pues quizá te sorprenda, pero la verdad es que ¡sí!

Cualquiera diría que pasarse el finde con un ojo (muy) pipa es disuasorio. Y, ciertamente, no es agradable. Pero se sobrelleva, sobre todo porque no duele (es más la molestia de tener una estética de ring de boxeo) y porque sabes que tiene un final, y que está próximo. Lo que te espera una vez termina el proceso es la olla de oro al final del Arcoíris: una ojera notablemente más clara y rellena. Y recalco: esta es mi experiencia personal, lo más común es salir con una ligera inflamación, no con cara de haberte pegado con Poli Díaz.

De hecho, estoy buscando hueco en mi agenda para consolidar el resultado de la carboxiterapia para las ojeras. Sarna con gusto no pica. Eso sí: tendrá que ser con un par de días sin actividad social por delante, o bien creándome una nueva identidad como promotora de algún ‘Club de la lucha’ de barrio.

Precio por sesión: 79 euros (el número de sesiones necesarias depende de cada caso. En general, se suele pautar de 4 a 5 para obtener un resultado de caerte de espaldas).

Chamberí Dental

Calle Palafox, 11

28010, Madrid.

Tel: 681 39 66 69.