El té de lechuga siempre será más sano que cualquier medicamento terminado en -zepam. Celebramos el Día Internacional del Sueño con una infusión de hojas de lechuga, inductoras del sueño.

Abraza el té de lechuga como lo haría un mamífero lagomorfo (aka conejo común): podría ser la solución a tu insomnio.

Y si no lo soluciona del todo, al menos no te habrás dejado la salud por el camino. Ni apenas dos malos euros. El té de lechuga lo tiene todo, oye. Ayuda a dormir a las gentes ensordecidas por las diversas trompetas del Apocalipsis y de paso estimula el vaciado intestinal (la cosa de ‘ir al baño’).

Por tener, hasta tiene un sabor aceptable. Y una receta que rivaliza en sencillez con la del huevo frito. Fácil, fácil y rica, rica.

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Empecemos por la materia prima. Para esta ‘vaina’ es mejor que la lechuga sea la clásica de toda la vida, la lechuga romana de crujientes hojas de un verde lujurioso (qué verde tienen las lechugas: es un verde ejemplar). Nada de lechugas de bolsas de plástico, esos sepulcros blanqueados.

Una vez tengas unas 4 o 5 buenas hojas bien limpitas, ponlas en una olla grande con el mismo número de tazas de agua y deja hervir la mezcla durante 5 minutos para que el hervido ‘arranque’ a la lechuga sus cualidades.

Una vez tengas esto hecho, cuela las hojas y endúlzalo al gusto o añade unas hojitas de menta o de cáscara de naranja para darle más sabor.

¿Beneficios? Según confirma un estudio de US National Library of Medicine, las lechugas Lactuca sativa contienen elevados niveles de lactucin, sustancia que propicia la inducción del sueño. Además, sus altos niveles de antioxidantes previenen que el óxido generado por el estrés no te deje dormir (sí, amiga, el cortisol oxida cosa mala. Y envejece, que hasta ahí podíamos llegar).

Además, el té de lechuga aporta micronutrientes interesantes como fibra, sodio, calcio, hierro, fósforo, potasio, magnesio y vitaminas A, B, C y E.