Se conoce como efecto Tyndall a un antiestético efecto secundario que pueden provocar los rellenos de ojeras. Es una huella estética que salta a la vista, pero se vislumbran otras de las que ya os iremos hablando.

Seguro que te has fijado en las partículas en suspensión que flotan en los halos de luz. Por ejemplo, los de los faros de un coche o un haz de luz que entra por la ventana. Fue el científico irlandés John Tyndall (1820-1893) quien puso nombre a este fenómeno. Hoy se recupera su nomenclatura (no sin cierta dosis de gracejo) para denominar un efecto secundario con el que probablemente no cuentes cuando te animas a rellenarte las ojeras con ácido hialurónico. Vamos a ver de qué va la cosa.

efecto-tyndall-2

¿En qué consiste el efecto Tyndall?

La analogía se traza desde las partículas flotantes hasta una decoloración azulada en la piel, justo en el área en la que se ha practicado la inyección. Puede salir mucho tiempo después de la aplicación del tratamiento. Se produce con más frecuencia cuando se han inyectado ácidos hialurónicos poco reticulados o bien la aplicación ha sido muy superficial.

El efecto Tyndall, en este caso, se entiende como una penetración indeseada (únicamente visual, no comporta ningún riesgo para la salud) de la luz a través del material de relleno, circunstancia que hace aflorar esta luz azulada. En otras palabras: es lo que se conoce popularmente como hacer un pan con unas tortas. Te rellenas la ojera y armonizas, con ello, la cavidad, pero aumentas el tono azulado de la piel. Resultado, una decorativa ojera vampírica ideal para Halloween.

En cuanto a la solución al efecto Tyndall, es la misma que tiene el desamor: hay que dejar pasar el tiempo. La corrección suele ser espontánea (un buen corrector de ojeras será tu mayor aliado) y transcurre mientras el relleno se va reabsorbiendo. Si no se puede esperar, como alternativa se puede remover el material realizando pequeñas punciones.

Como siempre, niños y niñas, la mejor estrategia en medicina estética es elegir con sumo cuidado al profesional que te realiza el retoque. Y dejemos el efecto Tyndall para las melancólicas tardes de verano.