El consumidor más ponderado atraviesa un mar de dudas cuando se trata de elegir entre cosmética natural o convencional. ¿Cuál es mejor en términos de seguridad y eficacia?

Pongamos que lo razonable es estudiar a fondo cada fórmula. Aun así, vamos a tratar de arrojar luz sobre la decisión de compra de cosmética natural o convencional. Varios expertos nos dan sus sabias opiniones.

¿Gavilán o paloma? ¿Ser o no ser? ¿Cosmética natural o convencional? Intentemos dejar a un lado nuestros sesgos cognitivos para abordar esta cuestión con la opinión de algunos profesionales.

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Empecemos por aclarar conceptos. Cosmética natural es aquella que contiene más de un 95% de ingredientes de origen natural. Convencional es la que, además o únicamente, incluye ingredientes de síntesis y rebaja este porcentaje de extractos vegetales.

Todo, absolutamente todo, necesita laboratorio. La cosmética natural no se formula bajo el sombrero de una amanita muscaria: se hace a conciencia -y con ciencia, si no es así sal corriendo- e incluye, sí o sí, algo de conservantes químicos.

Estefanía Ferrer, creadora de Lico, explica este espinoso asunto de los conservantes (inciso: los controvertidos parabenos lo son) con claridad meridiana: “cualquier producto cosmético que se lance al mercado debe cumplir obligatoriamente con la normativa europea CE No 1223/2009, que regula, entre otros aspectos, la cantidad máxima de bacterias que pueden proliferar en el interior de un producto. Y, a día de hoy, no existen conservantes y estabilizantes en el mercado que sean capaces de asegurar esas condiciones sin la incorporación de químicos”.

Seguridad de la cosmética natural

Partimos de una premisa: la industria cosmética está tan regulada como la del medicamento. La cantidad de I+D que se destina a la investigación y desarrollo de la cosmética a nivel planetario es absolutamente apabullante. Esto no quiere decir que sea sacrosanta, inmutable y de entera confianza -como no lo es la del medicamento-. Simplemente quiere decir que, hasta el mismísimo día de hoy, las sustancias empleadas en los cosméticos han superado con éxito las normativas de seguridad que exige la Unión Europea (por centrarnos en nuestro marco legal) antes de comercializar un producto.

21Si se descubre que alguno de los compuestos es nocivo, se retira. ¿El problema? Que pueden pasar muchos años hasta que esto suceda -por simple avance del descubrimiento, no por dejadez-. Y para ese momento el daño puede ser irreversible porque las sustancias se van acumulando en nuestro sistema. A esto, se suma el impacto del uso de plásticos en alimentación –el tristemente famoso bisfenol-, la contaminación y otros daños producidos por el estilo de vida, como pueden ser el consumo de tabaco y alcohol, el sedentarismo, el estrés… El cuerpo funciona como un todo, y así ha de ser contemplado a la hora de gestionar la salud.

Dicho esto, ¿es más seguro lo natural? Depende, una vez más, de la fórmula específica. “En ocasiones, los ingredientes naturales que encontramos en la etiqueta de algunos cosméticos naturales pueden ser perjudiciales si la concentración introducida en la fórmula no es la adecuada ni la aprobada por la normativa europea. Se puede hablar incluso de la aparición de efectos secundarios en la piel que pueden ir desde las irritaciones cutáneas hasta la toxicidad”, asegura Estefanía Ferrer. Hay una cosmética natural segura y otra que puede no serlo tanto. Una que puede serlo para ti, pero no para tu amiga. 

¿Es más segura la cosmética convencional?

No, esto no quiere decir que la convencional esté libre de polvo y paja. Como nos cuenta Alicia Lindner, que es la actual CEO y propietaria de la marca ANNEMARIE BÖRLIND, “en la cosmética convencional generalmente se elaboran los productos con ingredientes sintéticos que, la mayoría de las veces, son derivados del petróleo o ingredientes desaconsejables porque pueden obstruir los poros y provocar alergias en las pieles más sensibles. No significa que no cumplan las normativas europeas de seguridad, pero la diferencia más significativa entre la cosmética natural y la convencional está en su formulación y en la selección de los activos utilizados para fabricar cada producto”.

Una buena idea si tienes dudas es filtrar los productos de belleza con una aplicación como INCI Beauty, te ayudará a identificar cada compuesto y así hacerte una dimensión más global del producto en base a los ingredientes que contiene. Y, con eso y tu presupuesto, tomas una decisión adecuada e informada.

Eficacia probada

En cuanto a la eficacia, exigencia absolutamente incuestionable cuando se trata de hacer una inversión en una ‘pócima’ beauty, Estefanía Ferrer dirige su mirada hacia las evidencias científicas. La cosmética natural no sirve para solucionar las grandes problemáticas cutáneas. El uso de extractos naturales, aceites y mantecas está muy bien, pero la realidad es que estos ingredientes, aunque ofrecen excelentes propiedades naturales y mejoran la hidratación y jugosidad de tu piel, no llegan al nivel de mejorar las arrugas, el acné, la psoriasis, las manchas u ojeras… en este caso la cosmética convencional sería más efectiva. Hay que rendirse a la evidencia y saber que todos los estudios científicos realizados hasta la fecha sobre resultados a base de materia prima natural muestran resultados menos eficientes que los convencionales”.

En conclusión

Así pues, ¿qué es lo más razonable y ponderado? Así se resuelve esta búsqueda del perfecto equilibrio ‘filosófico’ el doctor Pedro Rodríguez, del Centro Dermatológico Internacional: “No hay un claro mejor o peor. Simplemente, la etiqueta de natural no hace mejor un producto, ni la de convencional peor”. Los productos convencionales, con algunos químicos sintéticos, ojo, en su mayor parte versiones mejoradas de productos naturales, suelen ser tratamientos seguros y eficaces. Los productos naturales pueden funcionar, pero a veces el uso de sustancias sin filtrar puede dar problemas. Por ejemplo, el aceite de árbol de té puede dar alergias con frecuencia”.

Según opina el Dr. Moisés Amselem, La realidad es que cada vez nos preocupamos más por la composición de los productos que utilizamos, en los últimos años, el uso de la cosmética natural ha crecido de manera significativa con respecto a la convencional. Por su lado cosmética natural como su nombre indica utiliza una formulación de aceites y esencias de origen natural compatible con el pH de la piel respetando de esta manera su proceso de regeneración, siendo más tolerada por todo tipo de pieles, sobre todo en pieles sensibles. Aquí radica la diferencia entre la cosmética natural y convencional, en su formulación.

Cuando hablamos de la cosmética convencional, contiene además del ingrediente activo principal de su composición, ingredientes de origen químico como derivados del petróleo, conservantes, perfumes… creando así en productos más comerciales y atractivos para los consumidores, pero a veces intolerables para la piel. Por la tanto, el uso de productos naturales hace que la piel sea más permeable y activa al no tener que rechazar ingredientes que le sean desconocidos o dañinos para ella.

¿Cuál es mejor?

Por poner una reflexión podemos entenderlo como el equivalente al contenido de un regalo y su envoltorio. La cosmética convencional busca un envoltorio que aporte tersura a la piel y aromas, sacrificando en gran medida el mantener regulado el ph de la piel.”

Saca la lupa de leer letra pequeña y busca el más óptimo equilibrio entre ingeniería y naturaleza. Una marca que se presenta como natural debe proveer de ingredientes de incidan sobre tus preocupaciones estéticas, ya sea tratar el acné, mitigar las líneas finas, aportar luminosidad, tensar la piel… A su vez, la cosmética convencional puede perfectamente incluir preciosos y valiosos activos botánicos que, en sinergia, ejerzan como varita mágica para embellecer y cuidar tu piel. En lugar de ‘ir a la mayor’, hila fino con tu fórmula cosmética para encontrar la respuesta a tus necesidades. Estoy segura de que encontrarás lo que buscas.