Mi homenaje particular a La Gran Carmen Sevilla desde aquella entrevista que tuve el placer de hacerle para El Dominical de El Periódico de Catalunya. Se publicó en el año 1999 con unas maravillosas fotos de Jorge Represa. Con nuestra queridísima Carmen Sevilla en patines, justo en la época que presentaba el Telecupón.

Carmen Sevilla tiene el beso fácil que no el verbo (“¿Cómo se dice eso…? ¡Ay, coño! qué memoria tengo hoy”). Y es precisamente, la ternura y naturalidad que desprende, y ese derroche de “besos muy fuertes” que reparte a diestro y siniestro lo que la convierten en esa especie de hada buena y cariñosa a la que es casi imposible no sucumbir.

Lanza como nadie adjetivos cálidos y sencillos: “hermoso”, “maravilloso”, “divino”, “lo más bonito”. Apostilla sus frases con gran parte del refranero español que en su boca suena tan sentido y desgarrado como cualquier cante flamenco: “Dios te bendiga”, “Quién tiene boca se equivoca”, “Dios aprieta pero no ahoga”.

Tiene la mirada de un marrón húmedo, profundo y oscuro que para sí hubiera querido el pintor Julio Romero de Torres. Se emociona con tanta intensidad que disfrutas sólo con mirarla. Se precipita hablando, gesticula, se alborota y suele resumir cada frase con una sonrisa diferente. Desde la más amplia con dientes perfectos en primer plano a otra más sexy y zalamera o la completamente cerrada con las comisuras triunfantes. Me la imagino llorando con una reconfortante mueca de semisonrisa.

Es tan abnegada como para retirarse al campo sólo porque su Vicente se lo diga, aunque como ella dice: “me va a costar una enfermedad”. Se confiesa católica apostólica romana y se queda corta, porque “La Virgencita de España”, como la llamaba Paco Rabal ha tenido que ser más ascética que el Dalai Lama, si no desde luego no se entiende como con ese cuerpo hecho para el pecado y qué por supuesto, Dios le dio, fuera capaz de no permitir que la rozarán ni la mano. Rechazó una tras otra las proposiciones más indecentes y suculentas de un regimiento de galanes cinematográficos que la rondaban a uno y otro lado del Atlántico; desde Charlton Heston a Jorge Negrete, Yul Bryner, Cantinflas, Luis Mariano o el propio Frank Sinatra. Esa inocencia ganada a pulso y que todavía hoy cultiva, la han inmunizado contra casi todo. Y esa misma inocencia aderezada con un poco de gracia y mucho sentido del humor son los ingredientes que la llevan en volandas a desarmar audiencias de televisión, radio y lo que se ponga por delante. Dice que ya no mete la pata. Reconoce haber dicho “brutalidades”, pero se queda tan ancha diciendo que siempre ha pedido perdón.

A sus 64 años se apunta a un bombardeo en patines y se desliza sobre las preguntas con tanta locuacidad y delirio que hay que frenarla para que no se vaya por los Cerros de Úbeda. Es una auténtica mina de recuerdos a punto de explotar.

BP: (Bee, bee, bee…) ¿Qué le parece si hablamos del pasado?
Carmen Sevilla: ¿El pasado? (Bee, bee, bee…) La oveja es mejor (risas). Me gusta recordar el pasado porque yo he tenido una vida muy intensa cinematográficamente hablando, de actuaciones personales, viajes (Bee, bee, bee…).Verás como se calla… -Después de acunar a la oveja como si fuera un bebé, regresa hecha un torbellino- Mi padre era jefe de contabilidad de Unión Carburos, pero también era autor. Mi abuelo Cecilio de Triana, era un gran periodista de Blanco y Negro. Yo no he venido de artistas porque en mi familia no había artistas pero sí literatos.

BP: ¿Sigue pensando qué tiene más razones para escribir que para subirse a un escenario?
Carmen Sevilla: Exactamente. Me gusta mucho escribir. Tuve una época… me acordaré toda mi vida. La primera vez que viajaba, cuando cruce el charco en el Julio Cesar. Yo tenía 21 ó 22 años, 22 ó 23 no tenía más. Me iba con mi madre y Cesáreo González a Buenos Aires, entonces vi a mi padre, allí en el muelle de Barcelona cuando se retiraba el barco, lloré más que en toda mi vida. Empecé a escribir un diario, pero luego lo tire al agua porque me dijeron que daba mala suerte. ¡Fíjate, qué cosa más insensata!.

BP: ¿Le gusta tanto leer como escribir?
Carmen Sevilla: Me ha gustado mucho leer, pero hace años que no leo absolutamente nada Veo toda la televisión, me encanta. Ahora sólo leo la prensa, me gusta mucho estar informada.

BP: ¿De la actualidad, de la política?
Carmen Sevilla: De política, je, je, je, hi hii, ji. (Le entra una risa tremenda, eso que la pregunta no es muy graciosa)

BP.- ¿No haría usted campaña como Norma Duval, por ejemplo?
Carmen Sevilla: “No, no. Yo no. El artista debe entrar en todas las ideas de las personas. El arte está por encima de la política. Yo respeto a las personas muy importantes, muy inteligentes, muy interesantes, pero yo no comparto esas ideas.”

BP.- Sigue pensando que con Franco se vivía mejor y había más seguridad…
Carmen Sevilla: Por supuesto. Es que la juventud de hoy día no sabe lo que yo he vivido. Te voy a decir una cosa muy vulgar pero muy hermosa: Yo tengo 64 años y haré 65, el 16 de octubre. Mi madre me parió en aquel régimen, después de una guerra, antes de la guerra o yo no sé. Y yo me crié en ese régimen, luego me hice artista. (Se va por los Cerros de Úbeda) La primera vez que salí a un escenario fue por Estrellita Castro, qué en paz descanse. Le llevé unas letras al Teatro Calderón, qué por cierto eran de mi padre, porque mi padre le hacía letras a Imperio Argentina y muchísima gente del cine… Y me quede ahí bailando unas sevillanas.”

BP.- ¿Usted siempre soñó con ser bailarina?
Carmen Sevilla:  Esa era mi ilusión. Y empecé con 13, 14, 15 años siendo chica de conjunto con Estrellita Castro. Mi padre no quería por que decía que yo era muy niña. Y Estrellita Castro le dijo: Padilla, si la niña quiere ser puta lo va a ser igual, aquí en un escenario o detrás de un mostrador.

BP.- ¿Y su padre como suele ocurrir en estos casos tenía razón?
Carmen Sevilla: Yo tenía una educación muy de clase media normal que es lo que se llevaba entonces y lo que se veía. No he sido rebelde nunca , he sido muy normal. Y cuando entré a trabajar en el cine con 16 o 17 años, iba a los rodajes como si fuera a una academia de taquigrafía y mecanografía y después volvía a casa como cualquier estudiante normal.

BP.- ¿Echa de menos no haber tenido unos estudios?
Carmen Sevilla:  Yo no habré tenido una carrera, pero a mí la vida y los viajes me han dado una preparación que no me cambio por nadie. El mundo me ha enseñado enormemente en todos los ambientes y en todas las esferas. Eso es para mi lo más hermoso.

BP.- Durante su etapa cinematográfica ha conocido usted a personajes muy importantes ¿cuáles han sido sus grandes maestros y de qué trabajos guarda un mejor recuerdo?
Carmen Sevilla: Como director Vittorio de Sica era un monstruo, también tengo muy buenos recuerdos de -Violetas Imperiales- con Luis Mariano. Pero yo me quedaría con -La venganza- de Bardem, un trocito de –La Fierecilla Domada- de Shakespeare y La Revoltosa con Tony Leblanc. Yo viví la época del blanco y negro, la más hermosa del cine. Conocí a actores maravillosos.

BP.- Bueno y los tenía a todos locos, desde Frank Sinatra a Charlton Heston.
Carmen Sevilla: Ahí te voy yo. Conocí a todos pero yo era muy estrecha, estrechíííísima. ¡Ja, ja, ja…! Ahora, muchas veces digo: anda, que si yo hubiese cogido esta época me hubiese puesto las botas, con lo monísima que yo era. Pero luego pienso, que fui fiel a mis principios. Nadie me forzó a actuar así, eran mis sentimientos.

Carmen Sevilla Pestañas

BP.-¿Fue muy difícil en el ambiente de Hollywood, conservar esa inocencia?
Carmen Sevilla: Pues sí, pero la conservé… Y conservé la virginidad que esto es de risa. Me voy a tomar un poquito de agua (…) porque ahora me río, pero hasta los 27 ó 28 años, que me casé, fui blanca, pura y casta.

BP.- Ahora, pensándolo en la distancia ¿a quién le hubiera dicho que sí?
Carmen Sevilla:  “Bueno Yul Bryner, el pelao divino ese que era, se ponía en una silla de director cruzaba las piernas y se me quedaba mirando fijamente cada vez que yo entraba….” (silencio) – Ahora que estábamos en lo mejor de la película, parece que ha habido un corte de la censura. (Y sigue por donde le da la gana…)  “Y me sabía los diálogos en pronunciación figurada como el Padre Nuestro. Conseguí doblarme a mi misma y en Hollywood lo apreciaron tanto que quisieron hacerme un contrato de seis años, pero yo no acepté.”

BP.- Me gustaría que hablara un poco de los personajes que más le impactaron entonces?
Carmen Sevilla:  Cantinflas fue muy especial, el amor platónico más grande que he tenido. Pero, Luis Mariano se me clavó mucho. Era un hombre entrañable con unos sentimientos y una sensibilidá, que en aquella época no se comprendía. ¿Qué era amanerado? Muy bien y ¿cuántos no hay amanerados hoy día y se admite en la sociedad? Era un tío divino y un tierno. Cuando me pidió que me casara con él, no lo comprendía nadie. Era una especie de locura extraterrestre.

BP.-¿El amor qué ha encontrado al lado de su marido tiene algún punto de locura?
Carmen Sevilla:  Vicente me da un cariño muy especial, seguridad, paz y tranquilidad. Es muy diferente a mis años de matrimonio con el Algueró o a los “fler” que he tenido. Los “fler” son dos novios que tuve a punto de casarme. Pero me casé con Augusto Algueró y todo salió más bien mal que bien. Conocí la infidelidad en mi juventud cuando era una mujer querida y deseada. Y bellísima porque no era perfecta, pero casi. Yo pasaba mucha hambre y lloraba de hambre para no engordar. La infidelidad es lo más terrible que una mujer puede pasar y más en aquella época que el adulterio estaba penalizado y no había separación, ni divorcio.

BP.-¿Cómo consiguió superarlo?
Carmen Sevilla: Me lo tragué todo yo solita sin contárselo ni a mis padres, llorando mucho ante un Cristo. Soy muy católica y eso me dio mucha fuerza. Hoy en día me compensa todo aquello con el hijo que tengo.

BP.-¿Si viviera ahora su juventud sería otra tipo de mujer?
Carmen Sevilla: Sí, en el sexo sería más lanzada, pero sin arrebatarme tan deprisa como muchos chicos de ahora que con 25 años ya están asqueados. Antes teníamos cosas buenas pero no estábamos informados. Yo tuve dos abortos y fue terrible porque no estaba preparada. Ya no me asusto de nada, en esta vida todo está inventado: en el arte, en el sexo, en la literatura.

BP.-¿Quiere decir que ya no se sorprende por nada.?
Carmen Sevilla: Bueno, ayer oí una cosa de Almodóvar en televisión que me chocó terriblemente. Salió diciendo que odia al Papa, que no le gusta, y que además le pone enfermo. ¡Olé sus cojones! ¿por qué le va a tener que gustar? Yo en otra época me hubiese subido por las paredes. Para mi interior pensé ¡qué blasfemia!, porque yo soy católica apostólica romana. Y desde luego es muy fuerte decir eso, pero respeto su opinión.

BP.-¿Tiene usted capacidad para odiar o rebelarse contra algo?
Carmen Sevilla: No, odiar no. Pero no soporto las injusticias de cualquier índole. Eso puede más que yo. Todas esas personas que están maltratando en ciertas regiones. No me quiero meter en sondeos, pero están sufriendo justos por pecadores.

BP.-¿A qué se refiere exactamente?
Carmen Sevilla:  ¡Chavala!, pero si te lo he dicho, un poco “trabucao”, pero… En el País Vasco está la gente más divina que yo he visto en mi vida. Creo que no hace falta matar por unos ideales. Me parecen perfectos los ideales, pero no me gusta la violencia… matar por matar.

BP.- Pero he leído por ahí que usted era partidaria de la pena de muerte
Carmen Sevilla:  ¡Ojo! si un señor mata y mata, no lo tolero. Bueno, (reflexiona) ya pasó la juventud mía y esas tradiciones que se tienen cuando una ve canalladas. Pero ¡cadena perpetua! que muera ahí metido.

BP.- Parece que se ha hecho usted más tolerante ¿Qué solución vería usted para el problema del terrorismo?
Carmen Sevilla:  ¡No me lo digas porque yo soy muy fuerteee! A mí no me toques España porque entonces salto como una pantera. Cuando se viaja mucho se ve verdaderamente lo que es España, porque vas a ciertas partes del mundo y no se puede ni pasear. En Europa a las ocho todos están durmiendo, es muy bonito pero muy triste. Por eso vienen a España y se ponen morao y oro de todo.

BP.- ¿Es usted una mujer comprometida?
Carmen Sevilla:  (Salta) “¿Yo? con nadie”.

BP.-¿Creía que participaba con una Fundación para minusválidos psíquicos?
Carmen Sevilla: ¡Ah! sí, sí, la Fundación ANDE con el presidente Fernando Martín y pido dinero a mansalva. Estamos haciendo una residencia maravillosa. La ministra de asuntos sociales me ha dado el 0,1 y el ayuntamiento ha regalado el terreno.

BP.- ¿Se considera generosa?
Carmen Sevilla:  No soy generosa, soy valiente.

BP.- Pero parece satisfecha repartiendo regalos, sueldazos y todo eso.
Carmen Sevilla: El Telecupón ha sido un regalo del cielo. Lo que me pasa es que se me ha agudizado el sentido del humor con la edad. Hay que estar en una posición para poder reírse de uno mismo. Dime tú el sentido del humor de un pobre trabajador que no tiene donde caerse muerto.

BP.-¿Vive ahora una etapa especialmente feliz en su vida?
Carmen Sevilla: Sí, porque la vida se está portando maravillosamente conmigo. He caído de pie con la juventud y me están enseñando mucho. Me miran por la calle y me dicen cada palabra que alucino. Oye tía, qué rollo tienes… Otra mujer de mi edad no haría todo lo que yo hago ahora por miedo al ridículo.

BP.- ¿El sentido del ridículo no existe para usted?
Carmen Sevilla: No, nunca en mi vida. Para un artista no debe existir. Si pensase en el ridículo y pensase en los demás estaría capadísima.

BP.- Usted fue siempre más atrevida que otras artistas de su generación, fue de las primeras en ponerse minifalda.
Carmen Sevilla: Sí, a mí me ha gustado la minifalda y la maxifalda, los pantalones no, porque siempre he tenido el culito un poco gordo.

BP.- ¿Ha sido usted la más moderna de las folklóricas?
Carmen Sevilla:  Yo no he sido folklórica desgraciadamente, porque no he tenido esa voz de Rocío Jurado, ese “racismo” de nuestra querida Lola Flores que no saldrá nadie como ella. No tengo la voz de la Pantoja, ni el arranque de Concha Piquer. Yo era una jovencita de Sevilla fina que ha cantao un pasodoble gracioso o ha bailao unas sevillanas y luego se ha puesto un traje de Elio Berhanyer para interpretar “Mesié Dupón”.

BP.- Entonces, ¿cómo definiría su estilo, qué valoración haría de su carrera?

Carmen Sevilla:  “Si coges mi estadística, hay desde Shakespeare hasta suspense, “Carmen de España” o el “Morrongo Sexy”. Pero yo me he quedado satisfecha de verdad con mi etapa cinematográfica. Cerca de 80 películas que son un broche para mi carrera. Las películas nunca las borran están guardadas para los restos. Me han pedido volver al cine, pero ya me pueden dar el oro y el moro, que no.”

BP.- Además ahora también hace radio, en lo que fue el programa de Encarna...
Carmen Sevilla: Sí me han cogido. Me mandan unas cartas que ni las entiendo. Yo no soy nadie para dar un consejo arrajatabla. A lo mejor literalmente o gramaticalmente no soy perfecta porque la gramática se me cruza. No seré muy intelectual, pero lo digo como lo siento y siempre advierto que no se lo tomen al pie de la letra. Uno de mis lemas es que Dios aprieta pero no ahoga y otro, que la fe mueve montañas.

BP.- ¿Qué cosas le piden los oyentes?
Carmen Sevilla: No sólo en la radio, también en televisión me escriben cartas increíbles y me piden cosas inverosímiles: un viejecito una antena parabólica, camisetas, de todo. Valoro mucho a esas personas que me necesitan. Y si puedo echar una manita ahí estoy.

BP.- ¿Qué es lo que más desea para el futuro?

Carmen Sevilla:  Salud, paz interior y tranquilidad para mis seres queridos. Ay, y también lo que más deseo en mi vida es una niña, una nietecita.

BP.- ¿Le agrada la idea de retirarse al campo?
Carmen Sevilla: A mí, Vicente me ha hecho amar el campo. Y como él dice desde allí se está más cerca de Dios. Pero yo he llorado mucho en el campo. Y el día que me toque volver con las ovejitas me va a costar una enfermedad. Todavía no sé cuanto duraré en el Telecupón, un año, dos o tres y medio, pero no creo que más.

BP.- Igual se hace usted luego una ecologista como Brigitte Bardot.
Carmen Sevilla:  No creo que llegué a tanto. A mí me gustan mucho los visones, me ha gustado comprarlos y los tengo. Pero es cierto que los animales me dan una ternura tremenda. Me he sensibilizado más desde que estoy en el campo.

¡Descansa en paz, artista!