El baile favorece la coordinación y aumenta las capacidades cognitivas. No lo decimos nosotras -aunque lo tenemos muy comprobado empíricamente-, sino la neurociencia. ¡Dale a tu cuerpo alegría, Macarena!

La coordinación de movimientos al ritmo de la música (es decir, el baile), estimula nuestras conexiones cerebrales y preserva nuestra salud.

Pocas cosas liberan más que el baile, incluso cuando se están siguiendo unos pasos muy concretos. Como sabemos gracias a la neurociencia, para ejecutarlos, por sencillos que sean, se activa una intrincada coordinación mental.

En ella, existe una parte instintiva, ligada a nuestra propia percepción del corazón, un ‘compás ternario’, en palabras de la coreógrafa y neurocientífica Eva Sánchez Martz, y la impronta que deja en nosotros la respiración de nuestra madre mientras estamos en su seno, el ‘compás binario’. La gente muy rítmica y con facilidad para el baile forma parte de este grupo conectado a sus ‘instintos’.

Después está la parte de aprendizaje, un proceso muy complejo que, además de ser divertidísimo, “potencia las conexiones cerebrales que ya existen e incluso puede crear nuevas”, asegura Sánchez Martz.

Hasta hace no demasiado, se creía en una jerarquía en la que el cuerpo estaba supeditado al cerebro. Hoy, se sabe que el organismo funciona como un todo interrelacionado, y que es posible modificar el estado de ánimo o incidir en la toma de decisiones con la respiración o la corrección postural.

Así, la actividad física repetitiva crea materia gris. ¡Pero no sólo eso! En su obra “¡Haz bailar a tu cerebro!”, la neurobióloga y divulgadora francesa Lucy Vicent pone el acento sobre los efectos del baile sobre el sistema inmunitario, el mantenimiento de tejidos y órganos y los efectos preventivos sobre enfermedades neurodegenerativas, entre otros beneficios. Sin olvidar otras perspectivas importantes, como la biológica (el baile impacta positivamente en la producción de hormonas ‘de la felicidad’ y acelera la pérdida de grasa), la social, la médica y la psicológica por la contribución del baile al aumento de la autoestima.