La joven de la perla, el cuadro del pintor holandés Johannes Vermeer van Delft cubre hoy el brazo de alguien en forma de tatuaje gracias a la técnica de Meyk Belmonte, el artista que aúna tatuaje y arte en una sola disciplina.

El mercado del tatuaje ha abierto un nuevo camino; “muchas personas que antes no se tatuaban, porque otros estilos les parecían agresivos o bastos, ahora se animan a hacerlo”, cuenta Meyk Belmonte, el joven artista vallisoletano que amaba el arte desde pequeño y admiraba a los grandes clásicos pero que desde hace un tiempo se dedica a hacer tatuajes dominando el microrrealismo a todo color, emulando en la piel los diseños de los pinceles más famosos.

La manera de interpretar los tatoos ya no son los clásicos y ahora es tendencia. Ni los de Popeye ni el “amor de madre”. Ahora los tatuajes son ya otra cosa, ya no entienden de barreras sociales y celebrities, como Sara Carbonero o Isabel Jiménez han pasado por las agujas de Belmonte, quien se ha convertido en uno de los grandes artistas del tatuaje español más reconocido internacionalmente. Tatuaje y arte se dan la mano como símbolo de nuevo modernismo.

tatuajes y arte

El Hijo del Hombre, una pintura del pintor surrealista de nacionalidad belga René Magritte y ahora, realizada en tatuaje por Meyk Belmonte. Imagen: cedida Meyk Belmonte.

Tatuaje y arte tiene para este artista “un significado más profundo: es un auténtico itinerario vital a golpe de tinta imborrable, algo así como materializar nuestros recuerdos. Personalmente pienso que el tatuaje es una forma de arte e intento enfocar las piezas que realizo para que, además de verse bien, como tatuaje, luzca armónico con la anatomía, creando un aspecto visual bonito, ya sea con composiciones de pequeñas piezas fine line como microrrealismo”.

En su carné de identidad este artista, nacido en 1995, el nombre de este artista es de Gabriel González, aunque es conocido en el mundillo del tatoo como Meyk Belmonte. Es un artista autodidacta que comenzó su carrera pintando al óleo y con espray. Hace 8 años decidió por puro azar volcarse en pintar con tintas las pieles de las personas que acudían a él a cambiar algo su aspecto, pero activó en él algo tan fuerte que dejó su trabajo de lado para apostar por el tatuaje.

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El artista tatuador Meyk Belmonte.

Nadie puede cambiar lo vivido pero sí puedes dar la vuelta a nuestro pasado

Y en esto puede ayudar una pintura en la piel. “No busco cambiar el concepto de tatuaje de siempre, creo que es necesario, ya que mucha de la base técnica la tenemos gracias a él y hay muchos estilos que llevan muchos años realizándose y que siguen haciéndose hoy en día como es el tradicional. Creo que es importante también aprender de ellos y poco a poco evolucionar hacia lo que uno se siente cómodo o quiere hacer”.

Belmonte comenzó haciendo tatuajes de todos los estilos, pero poco a poco fue experimentando hasta donde hoy está. “Quién sabe a dónde llegaré en un tiempo; el tatuaje en los últimos años ha evolucionado a un ritmo increíble y a mí ¡me encanta probar técnicas nuevas!”, afirma.

Estos nuevos tatoos, entre tatuajes y arte son ya muy conocidos. Tanto el microrrealismo como el arte fino (las finas líneas que recorren una parte de la piel dibujando un nombre o con una frase) tienen sus referencias en Estados Unidos y Corea. Esta corriente le llevó a perfeccionar el microrrealismo en blanco y negro y ahora domina la técnica en color.

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Ejemplo de tatuajes de trazo fino. Imagen: cedida Meyk Belmonte

Tatuajes y arte, la apuesta de Belmonte en TAO Gallery

Las técnicas que él combina las pone en práctica en su espacio de tatoos, TAO Gallery. Aquí realiza un trabajo muy personas donde combina tanto el trazo fino como el microrrealismo. Su meta es que alguien cuando vea un tatuaje en el brazo de alguien diga: “este tatuaje lo ha hecho Meyk”.

“Muchas veces cuando tatúo sobre zonas como dedos o manos o en determinados diseños puedo trabajar a mano alzada, y cuando hago representación de cuadros o microrealismos sí uso una plantilla; eso sí, procuro que ésta sea lo más sencilla posible y me permita interpretar por mi cuenta para llegar a un resultado más personal, esto también me hace que tatuar sea más divertido”, explica a Belleza Pura. “Además -continúa- me gusta trabajar en tamaños reducidos, ya que me permite exprimir mejor el tiempo de tatuaje y alcanzar un mayor detallado; también porque estéticamente se respeta más el espacio de piel entre piezas o en las composiciones dejando un resultado más sutil”.

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La complejidad del trazo fino es mayor que en el microrrealismo

Por lo que afirma el tatuador, el trazo fino es una técnica difícil: “para ello empleo una de las agujas más finas del mercado y realmente es fácil hacer mucha herida o clavarla en una capa inapropiada de la piel, por lo que hay que tener mucho cuidado y el margen de error entre dejar un buen o mal resultado es muy pequeño, además de tener un buen pulso hay que saber bien dónde introducir la tinta para no quedarse corto y que el tatuaje desaparezca o pasarse y estropearlo”, explica Belmonte.
También es necesario realizarlos con paciencia para que quede un buen resultado. “Y sobre todo -afirma Belmonte– que no se desvanezcan. Estoy acostumbrado a escuchar que un tatuaje pequeño es más sencillo; yo opino todo lo contrario, cualquier fallo o defecto será más fácil verlo, por lo que recomiendo elegir siempre un buen tatuador, sobre todo si es para fine line”.
Si eres de los que frunces el ceño ante un brazo tatuado, quizás te plantees pintar un cuadro con agujas y tinta en tu piel. ¿Quieres saber cuánto puede costarte? El precio de pequeños, desde 100 a 150 euros y los cuadros a todo color, entre 350 y 700 euros. Poner arte en la piel ya no es exclusivo de los marineros más fornidos.