Abramos este melón cuando toca: en tiempo de la dichosa caída estacional. Un diagnóstico de efluvio telógeno crónico o de alopecia no tiene por qué desembocar en un trasplante de pelo. Te contamos las opciones que ofrece la medicina a día de hoy.

No, el trasplante de pelo no es el final de una alopecia más que en casos muy concretos. Antes existen otras estrategias.

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¿Efluvio telógeno o alopecia?

No son en absoluto lo mismo. Ni tienen el mismo pronóstico, ni se tratan igual. Un efluvio telógeno es una caída de pelo superior a la ‘normal’ (en torno a 100 pelos por día) y puede durar hasta tres meses. Es una circunstancia muy preocupante y que puede alzar la voz de alarma del paciente y animarle a acudir a un tricólogo. Estos casos se consideran normales, sin embargo, suelen ir asociados a estaciones como la primavera y el otoño y también se pueden vincular a periodos de estrés.

Otra cosa es la alopecia. Hablaremos únicamente de la androgenética, puesto que es la más común. Obedece a una sensibilidad personal particular de los andrógenos en los folículos pilosos (ojo, en la inmensa mayoría de casos femeninos las analíticas hormonales suelen estar en los rangos adecuados) y, por fortuna, tiene tratamiento. No se cura, pero se puede abordar por vía medicamentosa. Eso sí: de por vida.

La importancia de un buen diagnóstico a tiempo

Demos un paso atrás y volvamos al diagnóstico. Por experiencia te digo (y casi que te suplico) que si tienes la menor duda sobre el estado de cuero cabelludo no pierdas un segundo en visitar a un buen tricólogo. Estos dermatólogos especializados en el pelo y sus casuísticas emplean una herramienta llamada tricoscopia que podrá determinar enseguida si tu caída es un ‘simple’ efluvio o viene acompañado además de una alopecia.

Por citar un ejemplo, en IMR cuentan con el triscoschan, una potente tecnología que combina la tricoscopio microscópica y macroscópica con un software de análisis y comparación de imágenes para evaluar distintos trastornos del cabello y el cuerpo cabelludo. Permite medir la densidad del cabello y determinar que proporción de melena se encuentra en fase anágena (crecimiento) o telógena (reposo previo a la caída), lo que ayuda a dirimir si el pelo está ‘adelgazando’ (como sucede en las alopecias androgenéticas) y en qué medida está contribuyendo el tratamiento indicado, si es que el paciente ya se encuentra bajo tal.

Además del tratamiento farmacológico, que en todos los casos se pautará de forma personalizada y bajo prescripción facultativa, la mayoría de clínicas entregadas a controlar la caída o la alopecia ofrecen tratamientos de cierta efectividad, como el PRP (plasma rico en plaquetas, inyecciones de sangre filtrada del propio paciente) o la mesoterapia con antioxidantes y, en determinados casos, fármacos.

El trasplante es siempre la última opción, y siempre tras haber agotado la vía farmacológica y el resto de tratamientos complementarios. Y lo que sin duda marca la diferencia es la premura en abordar la situación, de modo que, si sospechas que algo no va bien con tu pelo… al tricólogo.

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