Insertar bajo la piel un pequeño cilindro que libere hormonas ‘a demanda’ suena a ciencia médica de vanguardia. Y, en parte, lo es. Los llamados pellets hormonales, dispositivos subcutáneos de liberación sostenida de hormonas bioidénticas, han ganado popularidad en los últimos años como alternativa a la terapia hormonal convencional en mujeres perimenopáusicas. Pero, ¿está justificada su fama?

Te contamos por qué cada vez más voces médicas advierten sobre los pellets hormonales y qué alternativas seguras existen para el equilibrio hormonal femenino.

Desde el Instituto Médico Antiaging (IMA), referente en salud femenina personalizada, lanzan una advertencia clara: estos tratamientos, lejos de ser una panacea, pueden entrañar riesgos serios para la salud cuando no están bien regulados ni supervisados por especialistas cualificados. La ginecóloga Ángela Llaneza, Directora Médica del centro, lo resume así: “Muchos de estos dispositivos no siguen los estándares de seguridad de los medicamentos convencionales, lo que hace muy difícil controlar sus efectos y reaccionar ante posibles complicaciones”.

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La doctora Ángela Llaneza, de IMA

¿Qué son exactamente los pellets hormonales?

Se trata de pequeños implantes que se colocan bajo la piel, generalmente en la zona glútea, y que liberan de forma continua hormonas como testosterona o estradiol durante varios meses. Su uso promete aliviar síntomas como los sofocos, la fatiga o la pérdida de libido en mujeres que se acercan o transitan la menopausia.

Sin embargo, según los últimos estudios científicos y las principales sociedades médicas, los riesgos superan con creces los beneficios potenciales.

Un tratamiento sin red de seguridad

Uno de los principales problemas de los pellets es que una vez implantados… ya no hay vuelta atrás. La dosis no se puede ajustar ni detener si aparecen efectos adversos. “Este punto los hace especialmente peligrosos, porque la sobreexposición hormonal no es fácil de corregir”, explican desde el IMA.

Y no es solo teoría: la Agencia Española de Medicamentos ha retirado recientemente lotes de pellets de testosterona y estradiol fabricados en farmacias de la Comunidad Valenciana que se distribuían a nivel nacional sin la regulación adecuada. El mensaje es claro: no hay control sanitario suficiente.

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Evidencia científica en contra

Varios estudios refuerzan la postura cautelosa del IMA. Uno publicado en The Journal of Clinical Endocrinology & Metabolism en 2021 asoció su uso con efectos secundarios como sangrados irregulares, aumento del vello corporal o alteraciones del estado de ánimo. La Yale University advirtió en 2020 que estos dispositivos generan mayores fluctuaciones hormonales que otros métodos, lo que puede empeorar los síntomas en lugar de aliviarlos.

Además, la Endocrine Society y la Asociación Española para el Estudio de la Menopausia (AEEM) desaconsejan su uso, recalcando que los tratamientos hormonales deben estar siempre supervisados por ginecólogos especializados y enmarcados dentro de la terapia farmacológica regulada.

¿Por qué entonces se han puesto de moda?

Todo parte de una mala interpretación. En 2002, el estudio Women’s Health Initiative generó alarma al vincular la terapia hormonal convencional con un posible aumento del cáncer de mama. Sin embargo, 14 años después los propios autores rectificaron: los riesgos se habían sobredimensionado y el estudio solo era válido para un grupo concreto de mujeres mayores con alto riesgo cardiovascular. En mujeres más jóvenes y sintomáticas, bien evaluadas, la terapia hormonal tradicional puede ser beneficiosa y segura.

Alternativas eficaces, personalizadas y seguras

“En Instituto Médico Antiaging apostamos por tratamientos individualizados, basados en evidencia científica y siempre bajo control médico”, afirma Cristina Onofri, directora del centro. “Nuestro enfoque parte del respeto al cuerpo de cada mujer, sin excesos, con naturalidad y sin asumir riesgos innecesarios”.

La salud hormonal no admite atajos. El camino más seguro es el que se recorre junto a profesionales cualificados, con un plan adaptado a cada etapa y estilo de vida. Porque sentirse bien no debería depender de una tendencia, sino de un tratamiento eficaz y seguro.