La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha promovido la semana de la vacunación en el marco de la Semana Mundial de la Inmunización que tendrá lugar entre el 24 y el 30 de abril bajo el lema de “Las vacunas cuentan a lo largo de toda la vida” con el objetivo de resaltar la importancia de la prevención de las enfermedades infecciosas más allá de la edad infantil y de mejorar el conocimiento de la población sobre los beneficios de las vacunas en niños, adolescentes y adultos.

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Si ahora mismo te preguntas de qué estas vacunada, seguro que tienes que ponerte a pensar. Os aseguro que si me pongo, realmente recuerdo que me pusieran la de la poliomielitis (recuerdo ir de muy pequeña a un consultorio donde me daban un terrón de azúcar con unas gotitas de algo y recuerdo también que en mi casa, un niño de mi edad murió de polio). Ahora es impensable que un peque muera de polio pero en la España de mitad de los años 60 era habitual. Hoy, afortunadamente, es muy poco frecuente que un niño muera por falta de una vacunas aunque hace un par de años, un niño de 6 años de Olot falleció a causa de una difteria y parece ser que el niño no estaba vacunado.

Las tasas de vacunación en bebés es actualmente del 96%, al igual que entre el año y los dos años. Por el contrario, en mayores de 65 años la cobertura de la vacuna antigripal es del 56%, muy lejos del objetivo de la OMS del 75%.

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El hecho de que haya menos de un 5% de niños no vacunados se circunscribe únicamente a colectivos en riesgo de exclusión social y a los padres que por razones poco claras deciden no vacunar a sus hijos. Es ésta una corriente de opinión de algunos padres que afirman que no existe evidencia científica que pruebe que las vacunas previenen enfermedades o que no se han realizado estudios a largo plazo sobre los efectos de las vacunas. Una rápida ojeada a la historia de la medicina desestima estos puntos. Por ejemplo, la expedición de Balmis, a principios del siglo XIX que llevó en niños huérfanos una cepa activa de la viruela al continente americano con la que se inmunizó a miles de niños. De hecho, la viruela es ya una enfermedad erradicada desde 1980.

El descenso en la vacunación de los adolescentes se debe principalmente al hecho de la pérdida de contacto con el sistema de salud, ya que mientras cuando llevamos al niño al pediatra éste se muestra muy pendiente del calendario de vacunación, con los años se pierde esa costumbre y sólo nos vacunamos si existe alguna razón de peso que nos lleve a ella, como el embarazo, los viajes, la profesión, la edad… “Esta situación se debe a la falta de percepción de riesgo por parte del adulto a determinadas enfermedades infecciosas comunes que son prevenibles por las vacunas”, ha explicado el doctor Amós García Rojas, presidente de la Sociedad Española de Vacunología (AEV). Por su parte, el doctor Fernando Moraga-Llop, pediatra y vicepresidente primero de la Asociación Española de Vacunología ha afirmado que “los adultos no realizan un seguimiento periódico de su estado vacunal, y relacionan la prevención con circunstancias puntuales como puede ser realizar un viaje a padecer una enfermedad crónica”.

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Ahora contamos con 33 vacunas que protegen de 23 enfermedades y, entre ellas, dos contra el cáncer. Además, por cada euro invertido en vacunación se ahorran 22 euros en gastos directos e indirectos y las vacunas ayudan a salvar entre 2 y 3 millones de vidas al año.

Éstas son las razones más importantes por las que debemos inmunizarnos:

A partir de ahora se trata de seguir concienciando sobre la necesidad de la vacunación, más en el adulto que es el menos protegido y en mejorar las coberturas vacunales en todas las Comunidades Autónomas. Y como es importante tanto en niños como en adolescentes y adultos, los expertos califican de ejemplar el “Calendario Vaccinale per la Vita” que han puesto en marcha en Italia para asegurar que en todas las etapas de la vida vamos a estar protegidos.

Y recuerda que las vacunas salvan vidas.