La primavera, esa estación en la que todo florece… excepto tu energía. Mientras los almendros se ponen radiantes y las terrazas se llenan de vida, tú te arrastras por los pasillos con la vitalidad de una planta olvidada en la oficina en pleno agosto. Tranquila: no estás sola. Estás pasando por la famosísima astenia primaveral, y para combatirla no hace falta hacerte yogui ni mudarte a una comuna en el Pirineo. Solo necesitas conocer los adaptógenos.
Sí, adaptógenos. Suena a especie alienígena, pero son más terrenales de lo que crees.
¿Qué son los adaptógenos y por qué suenan a serie de Marvel?
Los adaptógenos son plantas y hongos que ayudan al cuerpo a adaptarse al estrés físico, mental y emocional. No combaten un síntoma concreto, sino que restablecen el equilibrio general del organismo como si fueran terapeutas invisibles en forma de cápsula.
Se les llama así porque aumentan la capacidad de adaptación del cuerpo, y aunque el término lo acuñaron científicos rusos en los años 40, últimamente se han colado en cápsulas, infusiones y smoothies de influencers con más soltura que una frase, ehm, inspiradora, en una taza de Mr. Wonderful.
Los 5 adaptógenos que querrás invitar a tu rutina
Aquí va el equipo titular de los adaptógenos que te pueden ayudar a recuperar la chispa esta primavera:
Ashwagandha: la reina del equilibrio. Reduce el cortisol (esa hormona del estrés que te hace sentir como si vivieras en una reunión de lunes perpetua) y mejora la energía mental.
Ideal para: los que van con ojeras de serie limitada y pensamientos acelerados.
Rhodiola Rosea: mejora la resistencia física y mental. También conocida como ‘la raíz dorada’ y, francamente, si mejora tu capacidad de concentración sin hacerte renunciar al café, merece respeto.
Ideal para: personas que se sienten agotadas nada más terminar el desayuno.
Ginseng siberiano: el primo fuerte del ginseng clásico. Aumenta la vitalidad sin darte picos de nerviosismo, como si fuera una siesta bien gestionada en formato planta.
Ideal para: quienes quieren sentirse activos, pero sin parecer un hámster hasta arriba de espresso.
Reishi: el hongo de la longevidad. No solo ayuda con la energía, sino también con la inmunidad y el equilibrio emocional. O sea, tu abuela, pero en versión seta.
Ideal para: los que dicen ‘no sé qué me pasa, pero estoy bajita’.
Maca andina: potencia la energía física y la libido (porque oye, la primavera la sangre altera, pero no siempre al ritmo deseado).
Ideal para: quienes quieren volver a sentirse un poco más ‘en su salsa’ —y si hay salsa, mejor.
Cómo tomarlos (sin montar un altar de hierbas en casa)
Puedes encontrarlos en polvo, cápsulas, tinturas o incluso en barritas energéticas con nombres como SuperZen Boost (no es broma). Lo ideal es empezar poco a poco, combinarlos con una alimentación mínimamente decente (sí, los donuts no cuentan como grupo alimenticio) y, si estás bajo tratamiento o tienes alguna condición médica, consultar con un profesional de la salud.
¿Funcionan de verdad?
Los estudios avalan sus beneficios, aunque no son magia instantánea. Piensa en ellos como entrenadores personales de tu sistema nervioso: no te transforman de un día para otro, pero te ayudan a funcionar mejor y con más equilibrio.
Y, si después de una semana tomando adaptógenos, todavía sientes que solo funcionas en modo avión, al menos sabrás que lo estás haciendo con estilo y sin efectos secundarios dramáticos.