Hay manchas que cuentan historias. La de vino en la camisa blanca: una cena animada. El delineador corrido: una noche larga. Y luego está el melasma en el labio superior, que no cuenta nada divertido, pero se empeña en quedarse.
Más técnico que poético, este exceso de melanina conocido como ‘melasma’ se instala justo en el labio superior, el sitio menos diplomático para una hiperpigmentación. Parece bigote, pero no lo es.
El fenómeno es más común de lo que pensamos, especialmente entre mujeres jóvenes y no tan jóvenes. Las causas son una especie de sudoku dermatológico: sol, hormonas, calor, depilación y genética, con un bonus track para las píldoras anticonceptivas, los embarazos y la menopausia.
“En la zona del bigote es donde más se ve, y suele estar relacionado con los cambios hormonales y ciertas inflamaciones previas que activan a los melanocitos”, explica Esperanza Sáenz, de Nezeni Cosmetics. Lo curioso es que no duele, no pica y no hace nada… salvo reflejar la luz como si llevaras sombra de labios marrón mal aplicada.
¿Y cómo se trata?
Spoiler: con paciencia, fotoprotección y ciencia. El enfoque más efectivo, como en toda gran batalla estética, es el multimodal. O lo que es lo mismo: atacar desde todos los frentes. Aquí los activos despigmentantes son los héroes discretos de la historia. Hablamos de:
- Hidroquinona (la más potente, aunque controvertida)
- Vitamina C (un clásico brillante)
- Niacinamida (que además calma)
- Ácido tranexámico y kójico (efectivos y cada vez más populares)
- Alfa arbutina (versión vegetal, con ciencia detrás)
Marcas como Nezeni Cosmetics y Di Oleo han desarrollado sérums y fórmulas que combinan varios de estos activos. Pero incluso el mejor cosmético pierde la batalla si olvidas el escudo solar. “Es fundamental usar protección con óxido de zinc y evitar las fuentes de calor —sí, incluso el horno de tu cocina o el secador de pelo— porque también disparan el melasma”, apunta Filip Van, CEO de Di Oleo. Suena exagerado, pero no lo es: el melasma es así de intenso.
¿Se puede eliminar por completo?
Difícil, pero puede atenuarse mucho. La realidad es que el melasma tiene memoria: vuelve si bajas la guardia. Por eso el objetivo no es tanto borrarlo como mantenerlo dormido, como un volcán pigmentario en letargo. ¿El truco? Rutina constante, sombra todo el año y revisar las etiquetas como si fueras detective de laboratorio.
¿Y si lo asumimos?
También se puede, claro. Pero mientras la industria dermatológica siga avanzando y la cosmética nos dé herramientas más refinadas que el corrector del bolso, seguiremos soñando con labios superiores uniformes y sin sorpresas cromáticas.
Porque hay sombras que seducen, y luego está esta. Y aunque no tenga el encanto de un smoky eye, tiene nombre propio, diagnóstico y solución. Con ciencia, constancia… y un buen SPF, por favor.