La elección de la pasta de dientes puede parecer un gesto sencillo, pero en realidad es una de las decisiones más importantes para cuidar la salud de nuestra boca.
En el mercado encontramos una gran variedad de productos, con distintas fórmulas, sabores y beneficios añadidos. Sin embargo, una de las dudas más habituales es si conviene usar pasta con flúor o si es mejor evitarlo.
Para responder a esta pregunta, es necesario comprender qué es este mineral, para qué sirve y cómo identificarlo en los dentífricos que utilizamos a diario.
¿Qué es el flúor de la pasta de dientes?
El flúor es un mineral que se encuentra de manera natural en el agua, en algunos alimentos y también en el suelo. Su uso en odontología se ha extendido desde hace décadas porque se ha demostrado que protege los dientes frente a la caries. En las pastas de dientes, el flúor se incorpora en forma de compuestos como fluoruro de sodio o monofluorofosfato sódico, que se liberan durante el cepillado para actuar directamente sobre el esmalte dental.
Lejos de ser un ingrediente artificial añadido sin control, el flúor es un elemento presente en la naturaleza y su inclusión en la pasta responde a un objetivo muy concreto: reforzar los dientes y hacerlos más resistentes frente al ataque de las bacterias y los ácidos que se generan en la boca.
¿Para qué sirve el flúor en la pasta de dientes?
La principal función de la pasta de dientes con flúor es la prevención de la caries. Cada día, los dientes están expuestos a los ácidos que producen las bacterias al descomponer los restos de comida. Estos ácidos debilitan el esmalte y favorecen la aparición de pequeñas lesiones que, si no se tratan, se convierten en caries. El flúor actúa reforzando el esmalte dental, haciéndolo más resistente a la desmineralización y facilitando un proceso llamado remineralización, en el que los dientes recuperan parte de los minerales perdidos.
Además, el flúor ayuda a frenar la proliferación de bacterias que producen el ácido responsable de dañar los dientes. De esta forma, no solo protege el esmalte, sino que también contribuye a mantener un equilibrio más saludable en la flora bucal. Esta doble acción es lo que explica por qué la gran mayoría de los dentistas recomiendan usar pastas con flúor como parte de la higiene diaria.
Ahora bien, es importante tener en cuenta la dosis. En niños pequeños, por ejemplo, se recomienda utilizar pastas con una concentración de flúor adecuada a su edad y siempre en cantidades controladas para evitar una ingesta excesiva. En adultos, las
pastas con flúor de uso común son completamente seguras y su empleo regular es clave para mantener los dientes sanos y prevenir problemas a largo plazo.
¿Cómo saber si una pasta de dientes tiene flúor?
La forma más sencilla de identificar si una pasta de dientes contiene flúor es leer la lista de ingredientes que aparece en el envase. Allí suelen figurar términos como “fluoruro de sodio”, “fluoruro de estaño” o “monofluorofosfato sódico”. Además, en la parte frontal del envase muchas marcas indican directamente que se trata de una pasta con flúor, dado que es un factor que aporta valor al producto.
Otro dato útil es comprobar la concentración, que suele expresarse en partes por millón (ppm). En adultos, lo recomendable es que la pasta tenga al menos 1.000 ppm de flúor, aunque lo habitual es que oscile entre 1.200 y 1.450 ppm. En el caso de los niños, los dentistas aconsejan utilizar pastas específicas con menor concentración, adaptadas a su etapa de desarrollo dental.
Entonces, ¿es mejor usar pasta con flúor o sin él? La evidencia científica es clara: la pasta con flúor ofrece una protección superior contra la caries y es la opción más recomendada para la mayoría de las personas.