Tras el confinamiento motivado por la pandemia muchas personas desarrollaron trastornos de ansiedad o fobia social. Aunque simplemente después de unas semanas de desconexión por vacaciones, nos puede costar volver al bullicio y a interactuar con compañeros, amigos o acudir a todo tipo de eventos sociales.
Desde luego hay factores que pueden agudizar ese temor a relacionarse públicamente. Pero como en casi todo, hay niveles de intensidad que pueden llegar a desencadenar una fobia o ansiedad social incapacitante. Un miedo irracional y excesivo a ser juzgado negativamente por los demás.
Este fenómeno va más allá de la timidez común y puede impedirnos disfrutar de una buena calidad de vida tanto personal como profesional. Según un estudio de la Universidad de Nueva York, el 13% de las personas pueden sufrir fobia social en algún momento de su vida.
¿Cómo identificar los trastornos de ansiedad o fobia social?
El DSM-5 entiende el trastorno de ansiedad social y la fobia social como sinónimos. Ambos términos hacen referencia a experimentar miedo o ansiedad desproporcionados y persistentes en situaciones sociales, tanto por sentirse expuesto a la mirada y examen de otras personas como porque puedan percibir de forma negativa sus síntomas de ansiedad.
Es común malinterpretar estos trastornos. Existen señales que pueden indicar la presencia de fobia social, como el temor a ser juzgado, criticado o ridiculizado por lo que se dice o se hace. Entre los síntomas más frecuentes se encuentran:
• Anticipar siempre el peor escenario, imaginando situaciones catastróficas que intensifican la ansiedad.
• Mantener una autocrítica constante, preocupándose excesivamente por lo que puedan pensar los demás.
• Rumiar pensamientos sobre lo que “debería” haberse dicho o hecho en situaciones pasadas.
• Anular de forma recurrente actividades que generan malestar o miedo, como salir de casa, conversar con desconocidos o participar en reuniones.
Hay muchos tipos de Trastornos que se pueden confundir con la Fobia Social:
Trastorno de angustia con agorafobia: se dan crisis de ansiedad repetidas e inesperadas que llevan a temer y evitar múltiples situaciones en las que uno puede o no ser observado por los demás -ej. Viajar solo por túneles-. Además, ir acompañado suele tranquilizar a la persona, este efecto no se da en la fobia social, donde hasta se puede experimentar menos ansiedad si uno va solo.
De ansiedad por separación: evitación y temor en la infancia a separarse de las personas con las que se han establecido vínculos. Se encuentran cómodos en situaciones sociales si son dentro del hogar. En cambio, en la fobia social se temen todas las situaciones sociales.
Del desarrollo y trastorno esquizoide de la personalidad: también se evitan situaciones sociales, pero debido al desinterés por las personas. Para diagnosticar fobia social se requiere haber establecido, al menos, una relación de amistad, amor… fuera de la familia inmediata.
De personalidad por evitación: aunque es un trastorno de personalidad, se puede considerar una variante más grave de la fobia social generalizada -a múltiples situaciones sociales-. En ocasiones se darán ambos diagnósticos.
Ansiedad social y evitación en otros trastornos mentales: Por trastorno depresivo mayor, trastorno distímico, esquizofrenia, trastorno dismórfico corporal, y otros.
En caso de evitación por enfermedad médica o mental con síntomas embarazosos: Por ejemplo: tartamudeo, temblores en la enfermedad de Parkinson, obesidad… O por efectos fisiológicos directos a drogas legales o a ilegales.
Ansiedad normal por hablar en publico y timidez: no provocan un malestar significativo, ni causa una gran deterioro en las actividades de la persona. Por ejemplo, en niños puede existir ansiedad ante acontecimientos sociales con adultos. Pero no habrá fobia social si esta ansiedad desparece al relacionarse con niños de su misma edad.
¿En qué situaciones podemos experimentar fobia social?
• Cuando hablamos o mantenemos contacto ocular con personas que no conocemos.
• Al ir al colegio o al trabajo.
• En comidas, fiestas o reuniones delante de otros.
• Si estamos en lugares llenos de gente.
• Si hablamos por teléfono o empezamos una conversación.
• Al hacer o recibir un cumplido.
¿Qué hay detrás de la ansiedad social?
Según estudios de Caballo y colaboradores (1997) puede tener su origen en una vulnerabilidad biológica relacionada con el temperamento de la persona. No obstante, para que esta predisposición biológica acabe generando un cuadro de ansiedad social, hay otros factores a destacar como nuestras primeras experiencias de aprendizaje con nuestras figuras de referencia. A partir de los entornos sociales que vivimos con nuestros padres y familiares aprendemos a comportarnos y adaptarnos peor o mejor en público. Después, estos aprendizajes van cambiando en función de nuestra vida social. Así, seguimos aprendiendo a movernos en distintas situaciones sociales. Si nos adaptamos bien o por el contrario vivimos esas situaciones sociales como peligrosas y no tenemos estrategias para manejarlas.
Claves para superar la ansiedad social
Además de identificar sus síntomas, existen una serie de estrategias que pueden ayudar a manejar este fenómeno y minimizar su impacto en la vuelta a la rutina.
• Empieza poco a poco y lo controlarás mejor: El enfrentamiento progresivo al miedo es fundamental para superarlo. Comienza por interacciones pequeñas y controladas, como saludar a un vecino, hacer una pregunta a un dependiente o llamar a un amigo. A medida que te sientas más cómodo, aumenta la dificultad, por ejemplo, participando en conversaciones de grupo o en reuniones de trabajo.
• Visualiza la situación de forma positiva. En muchas ocasiones, no son las situaciones en sí las que generan malestar, sino la interpretación que hacemos de ellas; por eso, reformular los pensamientos ayuda a disminuir su intensidad. Del mismo modo, conviene evitar construir realidades imaginarias basadas en suposiciones y no en hechos, y replantearlas desde una perspectiva más objetiva.
• Incluye en tu rutina técnicas de respiración y relajación: Las técnicas de respiración son herramientas muy poderosas ya que pueden disminuir la espiral de pensamientos negativos sobre lo que podría pasar. Ante un momento de ansiedad, la respiración abdominal o profunda ayuda a calmar el sistema nervioso, reduciendo los síntomas físicos como las palpitaciones.
Busca ayuda profesional especializada, mejor antes de tener alguna emergencia emocional:
Sin dudarlo, acude a psicólogos clínicos o psiquiatras es un paso de cuidado y salud, nunca de debilidad. La psicoterapia es la clave para conseguir un diagnóstico real porque existen muchos trastornos mentales relacionados con la fobia o ansiedad social. Como complemento practica el autocuidado: técnicas de regulación emocional, ejercicio o mindfulness ayudan. Pero no olvides seguir terapia profesional en situaciones de riesgo.
• Servicios de emergencia 112.
• Red de profesionales de la salud mental (psicólogos y psiquiatras). Clínica de la Ansiedad, Clínica López Ibor…