Conseguir unas ondas bien definidas o unos rizos sin frizz es el mayor deseo de toda melena rizada.
¿Una melena leonina de rizos marcados, pero sin frizz? He perdido la cuenta de todas las veces que he pedido este sueño a una estrella fugaz. He probado y perseguido muchas soluciones cosméticas al pelo. Os cuento mi opinión sobre lo último que mi melena ha degustado.
Las poseedoras de rizos vivimos en una eterna disyuntiva con nuestra genética. Por un lado, es grato disponer de una melena voluminosa de la que parecen brotar 15 cabellos por cada poro (aunque cuando nos pasamos por agua nos quedemos como gatitos bajo la lluvia).
Por el otro, el pelo rizado tiende a ser más seco y fosco, por lo que se ‘abre’ y esponja como loco al detectar humedad en el ambiente. Así, controlar el frizz y sellar la cutícula suelen ser las prioridades número 1 de estas melenas de ambiguas reflexiones.
Como agraciada poseedora de un pelo más bien complicadito, al que la ‘la vida’ (los embarazos, el paso del tiempo y diversas tropelías capilares) ha arrebatado su fuerza, puedo decir que he probado los más diversos productos para pelos rizados que han caído en mis manos. Veganos, sin sulfatos, sin siliconas, con todo el equipo químico, para pelos teñidos, para pelos envejecidos, para pelos sometidos a vaivenes hormonales… No me han faltado especificidad en la fórmula ni calidad en la investigación cosmética.
Sin embargo, hasta la fecha, y salvando algún Sérum y algún aceite (de los que podemos hablar otro día), no había dado con ningún tratamiento que realmente reconociera como eficaz para controlar el frizz, marcar rizo y dejar el pelo nutrido y brillante. Pues bien: ese día ha llegado. Te cuento, mientras unos querubines tocan Aleluya con un arpa, cómo cumplí mi anhelado deseo capilar.