El agua está hasta en la sopa.
Si tienes para procrastinar después de la lectura de este post, te animo a meter en Google “poder curativo del agua”. Como diría una de esas webs que capturan clicks como quien atrapa moscas, lo que vas a encontrar te sorprenderá, sobre todo por la mística que se le atribuye al líquido elemento esencial para la vida. ¿Todo pseudociencia y fantasía? Más o menos, pero con algo de base científica.
No podemos vivir sin agua. La humanidad ha sobrevivido y prosperado gracias a ella y al fuego que nos dio el mismísimo Prometeo (un decir) para desarrollar nuestra cultura y, con ella, el pensamiento. Somos agua en un 70%, es nuestra sangre transparente, inodora e insípida, lo que nos da brío y dinamismo sin una sola kilocaloría. Es inmensamente poderosa, como sabemos desde que nuestros sabios antepasados romanos acuñaran el término ‘salutem per acqua’ para referirse a las terapias de agua termal que tan buenos resultados nos vienen dando siglos ha…
No es estrictamente necesario, sin embargo, acudir a uno de esos maravillosos balnearios modernos. La misma ducha diaria es capaz de proporcionar ese placer infinito que experimentan los que aprecian ‘las cosas pequeñas de la vida’. Y más cuando tenemos productos que convierten el gesto de aseo cotidiano en un ritual de bienestar.
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