A Uma Thurman, además de un lifting y una suma de retoques, le han engrosado las cejas con maquillaje y pintado los labios con Sonrisa de Joker; con una corrección exagerada que sube las comisuras de sus labios y la deja una sonrisa que tampoco es la suya. Pero el rostro de nuestra querida Beatrix Kiddo en Kill Bill está demasiado cambiado cómo para tratarse sólo de unos brochazos de maquillaje. Estamos de acuerdo que el maquillaje nos puede llegar a transformar mucho. Y lo digo yo que hace poco me transformé en Ava Gardner con ayuda de los pinceles de Max Factor. Pero aquí hay trabajo de chapa y pintura, por eso he hablado con uno de los cirujanos estéticos que mejores liftings hace para discernir qué se ha hecho la protagonista de Pulp Fiction.
La bella Thurman ha reconocido en muchas ocasiones tener un problema de dismorfofobia.
«Pasé los primeros 14 años de mi vida convencida de que mi aspecto era horroroso. Era alta, con pies grandes y rodillas huesudas. Me sentía muy fea. Tenía una nariz grande, una boca grande, y esa clase de ojos separados en los que parece que tuvieras dos peces nadando entre las orejas. Incluso hoy, cuando la gente me dice que soy bella, no me creo una palabra», cita en el libro «Overcoming body image problems including body dysmorphic disorder»
¿Lifting,Botox a la americana blefaroplastia, rinoplastia, cantopexia (técnica quirúrgica que se emplea para elevar el canto del ojo)? O quizás, otro trastorno de quirófano debido a una cirugía estética que atiende a la dismorfofobia de su cliente o la mala praxis de la mano que mueve el bisturí. El cirujano Antonio Tapia, famoso por sus acertados lifting, nos saca de dudas.