Ni Dios, ni amo, ni normalidad. La multinacional Unilever (Dove, Axe, Sunsilk, Rexona, Timotei, TRESemmé…) da un paso de gigante hacia un mundo más inclusivo eliminando la palabra ‘normal’ de sus envases de cosmética, tanto capilar como de belleza.
Normal. Si normales somos todos, ninguno es normal. Porque, ¿qué diablos es normal en términos de hechuras humanas? No hace falta ser Foucault para adentrarse en cuestiones filosóficas sobre la normalidad, ni siquiera porque tu crema o tu champú de Unilever te impelan a ser normal. Bueno, porque te impelieran. Se acabó sentirse en los márgenes de lo aceptable por no encajar en la consideración pelo ‘normal’, glúteos de volumen ‘normal’ u olor corporal ‘normal’.
Bienvenidos a 2021, pasajeros de la nave del capitalismo. El marketing sigue ampliando su mirada hacia grupos de consumo ‘minoritarios’ y por fin atiende características físicas que me atreveré a llamar ‘normales’ -no sin cierto retintín- como las ‘curvas’, más conocidas en el argot como ‘curvy’, o los rizos, ‘curly’ o ‘afro’, combinaciones genéticas sistemáticamente invisibilizadas -lo que no se nombra, no existe- bajo la alargada sombra del concepto ‘normal’. Toca ampliar vocabulario y ser mucho más específicos a la hora de describir el target al que se dirige cada producto.