“La belleza es cultural”, dijo un buen día Judit Mascó en la cima de su carrera. “En África no me consideran bella. Dicen que tengo piel de cerdito”.
Zas. Esta epifanía de la modelo sería un buen resumen para el tema, amigas. La única e intransferible trayectoria cultural de cada país, fruto de muchísimos años de evolución y peculiaridades sociales, cincela el canon de belleza. Y por tanto, hay que valorarlo como lo que es: un registro antropológico, un formalismo estético construido con capas de accidentes casuales y causales, como la alimentación, las condiciones ambientales o la manera de vestir. Una curiosidad.
Muestra de ello son las fotografías del último experimento viral en nuestra red de redes, todo un compendio de interpretaciones subjetivas según países, a partir de un único cuerpo ‘viajado’ y adaptado por diseñadores gráficos ‘aborígenes’ gracias a la magia de Photoshop. ¿Aún quedaba quien pensara en un único modelo de belleza?