
Hay épocas que el espejo te pide a gritos un cambio de look. Puede ser un mal día de pelo o muchos seguidos, y no hay ghd que valga, porque no basta alisar o hacerse unas onditas aquí o allá. Es el momento de cortar de verdad, pero con un poco de sentido y sensibilidad. La hora de pedir cita en la pelu, en ocasiones se retrasa y se retrasa. Es el miedo a experiencias pasadas que bullen por debajo de nuestro flequillo. Recuerdos indelebles de aquel peluquero que no nos hizo ni caso cuando le dijimos: dos dedos y nos dejó la nuca al descubierto.
Cortarse el pelo o cambiar de color no es tan grave como parece, sobre todo si detrás de esa decisión hay un buen profesional. Cruzar el umbral de cualquier peluquería sin conocer, en la mayoría de los casos se vive como una aventura peligrosa y la mayoría de las mujeres no van mucho más allá de cortarse tímidamente las puntas en una primera visita.

La verdad es que cuando te pones en manos de un artista de las tijeras el resultado está bastante asegurado. A menudo recibo mensajes de suplica con una sencilla pregunta: dime a qué peluquero puedo ir para hacerme un buen corte. Mi ojo clínico me permite casi siempre acertar, sobre todo si conozco a la persona y su estilo, porque no hay un peluquero para todas, aunque algunos tienen como misión última embellecer cada rostro con su cabello correspondiente. Otros, sin embargo prefieren lucirse ellos sin tener demasiado en cuenta la cabeza que tienen entre las manos.
A veces nos pasamos toda la vida probando hasta encontrar ese peluquero que sepa conjugar las posibilidades de tu pelo con tus rasgos y tu estilo personal. Hay muchos buenos profesionales portadores de esa fórmula secreta, pero siempre hay uno a la medida de nuestros sueños. Si aún no lo has encontrado sigue buscando.
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