
Hay que asumirlo: todos somos grandísimos hijos de la era digital aunque a algunos nos haya pillado talluditos. No todos somos millenials en la viña del Señor. La era digital nos mantiene a todos atentos a alguna pantalla todo el día. Hemos desarrollado el uso a través de la dependencia; ya no sabemos vivir sin comunicación e información instantáneas y perder el móvil es fuente de las mayores angustias.
Nostalgia, hoy, es lo que se siente al comprobar que nadie alza la cabeza de sus inteligentísimos dispositivos en el metro. La cosa puede ser mucho más cruda en una reunión de amigos, con frecuentes interrupciones para chequear las redes sociales o mandar cuatro emojis que lo dicen todo.
No es el tema más agradable de tratar (mola más recomendarse una nueva aplicación), pero lo cierto es que estamos pagando un alto precio a cambio de las comodidades que ofrece la era digital. Nuestros hábitos con la tecnología están transformando nuestras habilidades mentales y físicas, acelerando, incluso, procesos de envejecimiento, provocando dolores de cabeza y disminuyendo la capacidad del cerebro.
¿Aún en este artículo o quizá tienes otros 4 abiertos para ir picoteando? (emoticono de sonrisa). He aquí cuatro males de la era digital sobre los que conviene intervenir.
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